Cuando una tradición implica maltratar a un animal indefenso, algo no funciona bien en nuestra sociedad. El ejemplo más paradigmático es el de las corridas de toros: la "fiesta nacional" española, un espectáculo de tortura, asesinato y baño de sangre que recibe subvenciones públicas y es considerado como un arte por el grupo de cavernícolas que la practican, la siguen y la defienden. Ahora bien, no hay que salir de nuestro país para encontrar ejemplos similares de esta infamia. Seguro que (desgraciadamente) muchos ciudadanos de Catalunya se enfadarán, pero los Correbous y todas sus variantes provocan las mismas sensaciones que las de los toreros.
No tiene ninguno sntido declararnos como un país sin tortura animal, sin toros ni animales en el circo, y permitir estas fiestas populares en las que el martirio es motivo de fiesta y algarabía. Es un acto de cinismo que no tiene defensa alguna, más allá de hacer bueno aquel dicho de "ver la paja en el ojo ajeno", pero no "la viga en el propio". Y lo que es peor: que aquellos que se opongan a estas prácticas tengan que esconderse y sufrir por su integridad, si osan denunciar actos brutales como los que se ven en las Terres de l'Ebre, por ejemplo. Imágenes dantescas como estas (pueden herir su sensibilidad).
🔴 A pesar de las dificultades, el sábado 24 de julio pudimos grabar estas imágenes en Camarles (Cataluña), que deberían ser suficiente argumento para prohibir esta aberración.
— AnimaNaturalis (@AnimaNaturalis) July 26, 2021
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En este caso estamos frente de lo que se conoce como 'toro embolado': la gracia infinita de atar a un animal, prender fuego a sus cuernos y hacer que entre en pánico, para después acosarlo salvajemente por las calles de la localidad y, supuestamente, demostrar la habilidad de los corredores salvando sus embestidas. Es lo que vivieron hace semanas en Camarles, pero se reproduce en otros puntos del territorio y en diferentes modalidades. Execrable, por muy arraigada que sea esta burrada.
Es lo que piensan sus detractores, que levantan la voz y exigen el fin de un espectáculo "cruel", como lo ha definido una actriz de series de TV3 muy famosa: Olalla Moreno, popular por 'Com si fos ahir', 'Nissaga de poder' o 'Porca Misèria'. "Esto no es divertido. A ver si evolucionamos de una vez, gente". No puede tener más razón, aunque escueza. Es así.
Si un pueblo no puede divertirse sin hacer daño al resto de seres vivos con los que comparten existencia, no vamos bien. Y que todavía hoy en día se empeñen en defenderlo y diferenciarlo de, por ejemplo, lanzar una cabra desde un campanario, pues que alguien nos lo explique, porque no lo entendemos.