Una de las máximas de los realities televisivos es la de mantener a los concursantes aislados del mundo exterior. Cualquier información ajena al concurso podría desestabilizarlos, modificando su comportamiento o incluso arruinando su participación. 'Supervivientes' no es una excepción, y por eso se insiste a las visitas y a tertulianos de plató en la necesidad (y obligatoriedad) de ser muy cuidadosos y discretos. La norma es sencilla: la boca, cerrada. Ahora bien, no siempre se consigue el objetivo: hay quien se pasa las reglas por el arco de triunfo, y después vienen los problemas. De hecho, ni siquiera la propia cadena es fiel a su propio reglamento: si se tiene que jugar con determinados temas para caldear el ambiente, lo hacen sin remordimientos. Y Telecinco lo hizo durante el 'Conexión Honduras' de Jordi González, de forma sibilina, tramposa y humillante. La víctima, Olga Moreno, mujer de Antonio David. Cierto que ella no tenía ni idea de que la estaban ridiculizando, y que la información que le filtraban no le aportaba nada. Pero el plató, la audiencia y medio planeta, sí. La jugada, muy sucia.
El episodio se resume así. Un nuevo juego de recompensa con un bocadillo en juego. La mecánica: cinco frases escritas en pequeños trozos de madera, y cada concursante tenía que adivinar cuáles dos pertenecían a sus compañeros de aventura. Al llegar el turno de Olga Moreno, de pronto le vemos con cara de 'quémeestáscontando' mientras lee esto: "No tiene coño. No lo tiene". Lara Álvarez arqueaba las cejas y ponía una cara que lo decía todo. Los supervivientes reían, sin saber exactamente porqué. En casa, los espectadores alucinaban, tanto los seguidores de la andaluza como sus detractores, al mismo tiempo simpatizantes de Rocío Carrasco. Porque sí, esta fue una de las sentencias lapidarias que la protagonista del documental 'Rocío, contar la verdad para seguir viva' le dedicó frente a millones de espectadores, mientras ofrecía su versión de lo que pasó en un juzgado hace muchos años, con su hijo David como elemento de confrontación. Olga, evidentemente, no tenía ni la más remota idea de la procedencia y la intención de la frase, pero verla pronunciarla era un triunfo y un pasatiempo de lo más goloso. Maquiavélico.
Moreno la descartó y acertó las frases correctas, ganando un 'pepito' de ternera que servía para calmar el hambre en Honduras. Un premio envenenado, claro. Veremos cómo reacciona cuando llegue a Madrid y se dé cuenta de la trampa, o cómo se lo toma Rocío Flores, de mecha corta y a la defensiva. Mediaset ya caldea el ambiente para ofrecer a Olga un recibimiento a la altura.