Tres años. Este es el corto lapso de tiempo que ha necesitado el cantante Omar Montes para convertirse en toda una estrella de la música, el cotilleo y las redes sociales. No se anda con chiquitas, sin duda. El exboxeador de 33 años, criado en el humilde barrio de Pan Bendito, en Madrid, es una figura del trap. No tiene una voz prodigiosa, pero los artistas más conocidos del panorama hacen cola para participar en sus producciones. Su nombre vende y mucho, incluso fuera de su ámbito de repercusión. Un buen ejemplo, sus 'perreos' con Victoria Federica, hacer de modelo en desfiles de Agatha Ruiz de la Prada o presumir de haber sido invitado por Jeff Bezos, dueño de Amazon, para acompañarle en su próxima excursión espacial.
De Omar se ha dicho de todo: por ejemplo que a pesar de ir en Ferraris, reparte comida y dinero entre las familias necesitadas de su barrio. Un buen samaritano. El problema es que a menudo la realidad le desmonta el chiringuito: fue pillado en diferentes fiestas ilegales durante el confinamiento, ha protagonizado peleas callejeras con tufo a montaje, se ha demostrado que su talento artístico es un milagro tecnológico, etcétera. De hecho, reventó como VIP mediático gracias a Telecinco y al clan Pantoja: salió con Isa Pi antes de entrar en un reality como 'GH VIP'. Tiempo después, ganaría 'Supervivientes', dilapidando el premio en artículos tan caros como horteras en 'La Milla de Oro' de Madrid. Su leyenda, la buena y la mala, no para de crecer.
Montes no quiere perder el impulso de la ola que lo ha convertido en una celebridad con más de un millón de seguidores en Instagram, y ha publicado un libro de memorias. 'Mi vida mártir' es el título, una de las frases más conocidas del personaje. El relato es el de un triunfador que ha tenido que pasar por encima de todo tipo de dificultades: ser víctima de acoso infantil, asegurando que le llamaban "gordo moro y orejón", o haberse visto en la necesidad de robar para alimentar y vestir a su hijo, entre otras vicisitudes. ¿Cuál es el problema? Que su credibilidad hay que cogerla con pinzas. Y el peor de los zascas lo ha recibido por parte de fuego amigo: su padre y su exemejor amigo lo han desenmascarado.
Javi 'El Gordo', hasta hace un tiempo su escudero más fiel, lo desmiente sin miramientos. "Lo que cuenta es una mentira", ha dicho en 'Sálvame'. Ni obeso, "no era gordo. Que yo recuerde no se han reído en la vida de él", ni sufrió acoso en la escuela "¡No se puede decir esto! ¡Omar, ya vale! Al final parece que estuvo con Manolete cuando lo mató el toro. No ha sufrido el maldito y desgraciado bullying", ni viene de una familia sin recursos, ni tampoco ha pasado penurias. El amigo y su padre, Ismael, coinciden: "Es un mimado, no le ha faltado de nada. Me duele mucho, la gente que me conoce sabe que no es verdad. Es un exagerado". Javi da más detalles: "El padre ganaba dinero. Fue uno de los impulsoras del kebab en Madrid y tiene una heladería en la Plaza Mayor. Tiene un piso en Leganés cuyo alquiler era íntegro para Omar, le caían 700 u 800 euros al mes". Según esta pareja, estamos ante un fraude.
El amigo explica la clave de tanta fantasía: "Lo que siempre ha querido ser es famoso". Punto final. Ahora bien, lo ha conseguido, y de qué manera. Le han comprado la moto, y este es su gran triunfo.