Si el coronavirus no entiende de fronteras ni de ideologías, tal y como repite de forma insistente el Gobierno y sus altavoces, que alguien nos explique su manía de menospreciar y señalar a expertos en materia sanitaria que se están dejando la piel para detener la pandemia, pero que tienen un "pequeño defecto": no ser uno de los suyos. Todo eso tendría que quedar de lado y aprovechar la impresionante tarea que llevan a cabo con esfuerzo, inteligencia y criterio. Investigadores de referencia como Oriol Mitjà, que además de dejarse la piel para frenar y superar la crisis, llevan a cabo otro trabajo muy importante para la población: hacer pedagogía desde los medios de comunicación sobre cómo están las cosas, qué hacer para aliviar el impacto y en qué se está trabajando para dejar atrás esta tragedia. Desgraciadamente hay quién, como Miquel Iceta, prefiere poner en marcha campañas de desprestigio que llegan a Madrid y desperdician conocimientos y avances decisivos en aquello que ellos nombran como una guerra, con militares dando arengas y Reyes haciendo papelones.
Mitjà ofreció una verdadera masterclass sobre el coronavirus en el Preguntes Freqüents de TV3. Un análisis exhaustivo del pasado, presente y futuro, explicando también en qué trabajan los expertos catalanes y que podría ser implementado para asestar golpes definitivos al Covid-19. Pruebas que detectan la enfermedad en fase inicial, y que ha compartido con la Conselleria de Salud y el Ministerio de Sanidad. La respuesta ha sido diametralmente opuesta: en Catalunya se le escucha con interés, mientras que Madrid ni siquiera responde. "Creo que no caigo bien en Madrid", confesaba con timidez y rubor, pero con la contundencia que provoca la vergüenza ajena. "Dicen que salgo demasiado en televisión y que no trabajo". Una distorsión tan indigna que tendría que hacer rodar cabezas en Moncloa. La presentadora, Cristina Puig, y los espectadores del programa, de piedra. Y la reacción, un apoyo masivo a la tarea del científico y un tirón de orejas monumental al gobierno Sánchez.
La hipocresía y el orgullo salen muy caros en tiempo de pandemia. Lo que no entiende el virus es de afiliaciones a partidos.