Buenas noticias: los datos sobre la afectación del coronavirus ofrecen esperanza. El ritmo de contagios, casos graves y muertos por la pandemia parecen disminuir. Las medidas de confinamiento funcionan. Ahora bien, el gobierno Sánchez haría bien en no ponerse demasiadas medallas, porque escuchando según qué mensajes que envían a la población, parece increíble que el Covid-19 afloje. El gabinete de crisis de Moncloa hace gala de un lenguaje patriotero y militarista que da verdadera lástima, repitiendo mantras que no tienen nada que ver con conocimientos científicos. Más bien, apelaciones al orgullo "de ser español" como la que pronunció el ministro de Justicia Juan Carlos Campo, y que firmarían sin problemas desde PP, Cs y VOX.
Salvo, pareja de la presidenta del Congreso Meritxell Batet, ha perdido el juicio: "ese final del túnel llegará. Llegaremos con lágrimas en los ojos, pero con el orgullo de ser españoles. El orgullo de que la unidad logra vencer al Covid-19". Una burrada más en el desbarajuste nacionalista español de aquellos que, como José Zaragoza, abjuran en público de envolverse en banderas y dicen confiar únicamente en la ciencia para atacar a Quim Torra. Groucho Marx a su lado es un becario. La frase del juez y ministro no ha pasado desapercibida, y va encontrando merecidas réplicas, entre la perplejidad, el sarcasmo y el rechazo más absoluto. Una de las más afiladas, la del humorista y comunicador Òscar Andreu, que lo tiene claro: no hace falta que la ciencia busque vacunas. Con un pasaporte del Reino basta.
Si no fuera por la tragedia que nos ha traído el coronavirus, las ruedas de prensa de Moncloa se podrían hacer en un café teatro, con carcajadas enlatadas.