La Barcelona de Ada Colau pasará a la historia. Sin embargo el hito no atiende a motivos elogiosos. Más bien todo el contrario. Las voces indignadas por la degradación de la capital del país son cada día más numerosas. Suciedad, soluciones urbanas tan imaginativas como espeluznantes, inseguridad, precios abusivos o incluso el comportamiento público de una asesora de la alcaldesa, Silvía Camorrán, autora de tuits lamentables y opiniones todavía más censurables.
La dejadez de la ciudad, en todos los sentidos, es imparable. No es una impresión: basta con salir a dar un paseo por sus calles para entender la gravedad de la situación. Y lo que es peor: no da la impresión de que el problema tenga remedio a corto plazo. Son los frutos del famoso pacto antiindepe de Colau, Collboni y Valls. El negocio del siglo.
Recopilar la enorme lista de quejas, agravios y denuncias de los habitantes de Barcelona hacia la gestión del Consistorio es misión casi imposible. El goteo es abrumador, provocando una mezcla de sentimientos, entre el enfado y la lástima. Los personajes famosos y de relevancia mediática no son ajenos a este desencanto: el último que se ha añadido a la lista es un colaborador barcelonés mítico de Alfonso Arús en La Sexta, Òscar Broc. El crítico televisivo y experto gastronómico se queda de piedra por lo que se ha encontrado en medio de un lugar muy estimado de la ciudad: el Paseo de Sant Joan. Una zona que fue remodelada hace algunos años, lavándole la cara y actualizando su aspecto exterior. Quedó bien aparente, pero hay un problema: nadie se ocupa de su mantenimiento, un mal endémico en todos los distritos de la capital.
Broc comparte una fotografía de una de las áreas de descanso de esta vía, donde se colocaron varios bancos y se cambió el suelo de losetas por un diseño original: franjas de adoquines y césped de forma alterna, ofreciendo la sensación de entorno verde y evitando que se convirtiera en una especie de gincana rompe-tobillos. La realidad, 7 años después, es radicalmente diferente. Ni césped, ni gaitas. Broc lo define así: "una chapuza delirante".
Del 'Barcelona, ponte guapa' al 'Barcelona, no puedo ni mirarte'. No lo digan muy alto, eso sí, que les acusarán de 'haters' y de unas cuantas cosas más. Mientras tanto, la ciudad se a va a hacer puñetas.