Óscar Tusquets es uno de los máximos exponentes de la burguesía catalana. Arquitecto, escultor, pintor y escritor, acaba de publica Pasando a limpio. Pero lo que haría falta que revisara y pasara a limpio son algunas de las frases que ha dicho en una entrevista para el diario El Mundo hablando sobre Catalunya y el procés. Tusquets ha tirado de tópicos unionistas, especialmente aquel que dibuja el independentismo como una reencarnación en amarillo de los nazis:  "Si algún día me tengo que ir de Cataluña me costará: aquí he nacido, tengo una casa, Barcelona es una ciudad confortabilísima para vivir... pero la gente que tuvo que irse del Tercer Reich, como Stefan Zweig o Thomas Mann, también amaba Alemania".  Extraño que él, que es un artista, vaya con la brocha gorda de esta manera tan torpe.

Efe

El medio le pregunta por el procés y el arquitecto responde con lamentaciones:"La vida en Cataluña se ha agriado, las comidas de Navidad se han puesto difíciles. La única solución es no tratar el tema en la mesa. La política lo ha influenciado todo, ya no sabes de qué puedes hablar". Incluso, ¡oh sacrilegio!, la cosa ha llegado al mundo del fútbol: "¿has notado cómo los independentistas odian a Valverde? Todos sueñan con Guardiola. Se ha convertido en algo tan emocional que si tiene solución, será muy a largo plazo". Culpa a los indepes y culpa a los burgueses catalanes que no han movido un dedo para detenerlo: "La burguesía catalana ha mirado para otro lado. Totalmente. Tiene mucha culpa. No se han dado cuenta de que esto puede acabar en las barricadas y que perderán el control, como en los años 30".  ¿Y a quién pone Tusquets como ejemplo de buena praxis y de guiar el camino para que Catalunya no caiga en la locura indepe? Ni más ni menos que a Manuel Valls.

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A Tusquets siempre se le ha situado en el entorno de Ciudadanos, y partidario de dar apoyo a los delirios de grandeza de Valls en Catalunya. De hecho, es amigo personal suyo porque "era íntimo de su padre y su madre". Hace tiempo que conoce a Valls, y él mismo recuerda cómo era este de pequeño: "a él lo conocí a los siete años, era un niño antipático, aunque muy ambicioso. Tenía toda la razón cuando le dijo a la burguesía: ¿por qué lloráis, si no habéis hecho nada?". Un niño ambicioso y antipático... No ha cambiado nada.