Que Pablo Casado vuelva a dedicarse a hacerse fotos de intensito mirando una bandera a media asta o delante del espejo con cara de estreñido. Hacía menos el ridículo, y ya es decir, que cuando coge el móvil para escribir sandeces.
Una cosa es hacer oposición al gobierno y la otra parecer un marciano. El líder del PP entra en esta segunda categoría. En sus intentos por considerar caca todo lo que salga de la boca de Pedro Sánchez, Pablo Casado ha olvidado lo que es la vergüenza. No se explica, si no, que alguien con estudios y másters perpetre un tuit que genere vergüenza ajena a la ciudadanía. Seguro, incluso, que hay gente de la derecha que también se debe haber tapado. Porque una cosa es cargarse por sistema cualquier propuesta del gobierno de izquierdas y la otra escribir pareciendo un hooligan.
Que alguien le diga a este señor que en España, como en todo el mundo, ha habido una pandemia. Que alguien le diga que las cuentas de la lechera se tienen que contextualizar. Porque si no, más que un político de peso, parece aquel hombre enloquecido que hacía sumas como un loco en una pizarra mientras sumaba en voz alta:
La red lo ha dejado guapo: