Pablo Motos, ya lo conocen, no hace sólo un programa de entretenimiento en 'El Hormiguero'. Ni mucho menos: el suyo es un espacio en el que pontifica sobre temas de actualidad u otros asuntos que lo preocupan, lo inquietan y lo perturban. Una costumbre arraigada desde hace años, pero que esta temporada ha llegado a la máxima expresión, reservándose un trozo de la emisión para lanzar su homilía a la audiencia. Estas filípicas son insufribles, sabiondas y, sobre todo, incoherentes. Porque tarda tres décimas de segundos en decir una cosa y hacer la contraria. Así es Motos. Un crack.
El valenciano firmó un discurso sobre la sexta ola de la pandemia muy alarmista. Dejó a la audiencia estremecida en el sofá, si es que ya no lo estaban lo suficiente antes de que empezara el show. La cosa empezaba con una frase demoledora: "Tengo buena información, y...". Exacto, ha vuelto el epidemiólogo Motos, eminencia mundial por sus buenas fuentes de información. Hacedle caso, que él sabe. Ha visto cosas que el ser humano nunca se hubiera imaginado.
¿Qué dijo Pablo? Pues obviedades: que la variante ómicron y en general el coronavirus está descontrolado. Los contagios se multiplican, las administraciones actúan a toda prisa (todas, ¿eh Motos?), el sistema se tambalea, los negacionistas van a la suya... y todo esto en el contexto de las fiestas navideñas. Exacto: la historia ya la hemos vivido. Ahora bien, quizás llama la atención la vehemencia del presentador: "La gente de mi entorno cae como ratas. Tengo un montón de amigos famosos que lo han pillado en los últimos cuatro días. Y en el equipo llevábamos meses sin dar un positivo, y nosotros hacemos test a todo el mundo y a todos los invitados. Pues esta mañana han caído ocho". Dice que ha cancelado su viaje a París para pasar las fiestas y que ha pedido a sus familiares que no se acerquen a su casa, y ha aprovechado para lanzar una pulla a los políticos. Perdón, a un político. Sí, el presidente Sánchez. De Ayuso y compañía, ni una palabra. "No esperéis a que nos salven ellos, esto es una emergencia. Esta variante es igual de contagiosa que el sarampión", remataba.
Pues bien, después de helar el corazón de más de un espectador, muchos de ellos escondidos bajo la mesa asustados por sus palabras, Motos hacía entrar al cantante Leiva, invitado de la noche. Y entonces hacía exactamente lo contrario a lo que acababa de predicar: abrazarlo afectuosa y acaloradamente sin mascarilla ni la madre que lo matriculó. Que sí, que sí, que todos se han hecho pruebas, que no tienen covid, que patatín y patatán. Pero Pablo no se da cuenta (mejor dicho, se lo pasa por el arco de triunfo) que no es suficiente con anunciar la catástrofe: estaría bien actuar en consecuencia y mantener algunas normas básicas. No se, ¿quizás por los 2 millones de personas que te miran y que tienen el corazno en la boca después de oírte anunciar una emergencia sanitaria mayúscula? Es una idea.
En fin. Cosas de Motos, el oráculo.