Pablo Motos necesita descansar. Eso de la tele le está pasando factura. No sólo desde el punto de vista mental, que también, si no por cuestiones estrictamente físicas. Ha estado a punto de quedarse manco, y la culpa es sólo suya. El valenciano se cree un superhéroe, inmune e indestructible. Una percepción de sí mismo tan equivocada como el 95% de las sandeces que suelta en 'El Hormiguero'. El último experimento con el que quiso impresionar a la audiencia rozó el desastre por|para su inconsciencia: manipular sin protegerse un cubo lleno de nitrógeno líquido, sustancia a -197 grados centígrados. No es que esté frío, es que es potencialmente peligrosísimo, exactamente lo mismo que meter la cabeza en el horno a toda potencia o intentar detener un tren con la barriga. Le fue de un pelo.
El experimento quería, precisamente, demostrar que el frío extremo es más potente que las llamas. Prendieron fuego a una piscina llena de agua y de dietiléter, una sustancia inflamable. Cuando las llamas cubrían toda la superficie, un operario perfectamente equipado tiraba un cubo de nitrógeno líquido. La lucha entre ambos extremos tenía un claro ganador: el frío. Todo iba bien, hasta que Motos hizo gala de su 'cuñadismo' temerario. Como tenía un cubo más sin utilizar, decidió echarlo también a la piscina. Él, como es muy machote, lo hizo a la brava. El resultado, inmediato: se quemó las manos. Suerte tuvo de no perderlas. Pablo Alborán, invitado estrella de la noche, y Marlo, el responsable de la sección, no daban crédito: "¡Loco! ¿Qué haces?". El presentador se hacía el valiente y graciosete: "¡ah! Me he congelado las manos, pero no pasa nada. Ahora me ponen crema". Todo arreglado, claro que sí.
Se ve que en el botiquín de Antena 3 van bien de pomadas para las quemaduras, pero no tienen remedios para la inconsciencia.