Pablo Motos ha recuperado una de sus pasiones: entrevistar a políticos. Políticos de su cuerda, claro. ¿Viene Abascal? Masaje. ¿Le toca a Casado? Alfombra roja. ¿Pasaba por allí Albert Rivera o Inés Arrimadas? A hacer la croqueta. Después va llorando por las esquinas porque le acusan de favorecer siempre a los mismos, de blanquear a fascistas o de ser el altavoz del españolismo más rancio y caduco. Pues ya saben el dicho: si no quieres taza, taza y media. O tres, o cuatro, o 500 litros de café en vena. Sólo así se puede entender la excitación de Motos y del público que fue a 'El Hormiguero' para seguir la conversación con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Un delirio colectivo descarado y sin vergüenza.

El programa fue un monográfico dedicado a alabar a la del PP, recordar a su audiencia que es una estrella, una visionaria y la escogida divina que salvará a España de todos sus males. Que nos ha traído la libertad y que gracias a ella y a Toni Cantó, la lengua castellana está a dos minutos de dominar el mundo. Que la aplauden por la calle como si hubiera inventado la vacuna contra una enfermedad mortal. Una semidiosa hecha carne, y no las sandeces malévolas que piensan los traidores de la patria o, incluso, José María García. Una divinidad que ponía esta cara al ver el recibimiento que le brindaron en plató, celebrado por personajes como la catalana Carina Mejías, exdiputada y exconcejala de Cs y ahora, una más de los huestes del PP.

Isabel Díaz Ayuso y su sonrisa indescriptible en 'El Hormiguero' / Antena 3

Hay torturas que ni siquiera los servicios secretos más crueles han osado poner en práctica: una hora de tête-à-tête con Ayuso y Motos. La madrileña y socia de VOX incluso se hacía la humilde y sentimental, "soy de lágrima fácil", favoreciendo que cada vez que abría la boca el público del estudio (hay quien asegura que procedían de dos autocares venidos desde la sede de Nuevas Generaciones) estallara en aplausos y gritos de "presidenta, presidenta." El criterio de este gentío quedó en entredicho en varias ocasiones, pero una de ellas es brutal: la respuesta que dio sobre los millares de muertes en las residencias de personas mayores durante la pandemia, y su negativa a investigarlas. Lo recoge Iñáki López, presentador de La Sexta, cadena hermana de Antena 3: "¿Por qué se tumbó la comisión de investigación sobre la gestión de la covid en Madrid? - No se podía evitar la muerte de quienes se fueron. Pero ahora hay una placa conmemorativa puesta".

Isabel Díaz Ayuso en 'El Hormiguero' / Antena 3

En cuanto al papel de Pablo, el apolítico, se puede decir mucho... y muy poco al mismo tiempo. No ejerció ni de presentador ni, evidentemente, de periodista. Era un maestro de ceremonias, un speaker como los de los campos de fútbol. Su misión era dar pases de gol a la delantera estrella del equipo. Y se puso las botas, literalmente. Qué espectáculo. Para llorar, claro.

Isabel Díaz Ayuso y Pablo Motos en 'El Hormiguero' / Antena 3

Ver a un presentador arrastrarse ante un invitado siempre resulta molesto y provoca vergüenza ajena. Que Motos lo haga con representantes políticos todavía es peor. Y que justamente la elegida sea Ayuso, bueno, eso es de juzgado de guardia.