Una de las marcas de la casa que han hecho que El Hormiguero sea uno de los programas de más éxito de la televisión que se hace en España son, sin duda, los experimentos que enseñan cada día. Bajo la batuta del colaborador Marron, hacen una demostración de poder con unas recreaciones que no escatiman ningún lujo de detalles. El plató es grande. Y el bolsillo también. Si hay que mimar el programa estrella del access televisivo, se los gastan. Grúas, peceras gigantes, toneladas de materiales, aparatos carísimos, cámaras superlentas y un largo etcétera. Que no falte de nada para conseguir la espectacularidad.

A veces, sin embargo, se les va la mano. Aunque el equipo de especialistas del programa testea minuciosamente los experimentos que después verán los espectadores, hay unos imponderables que pueden provocar complicaciones al presentador y a su ayudante. O directamente, algo más grave, como la muerte. No es cuestión de ponerse trágico. Es que el mismo Pablo Motos ha revelado en un vídeo de Instagram que "estuve a punto de morir en directo". ¿Por qué? Porque estaba estudiando el guion del programa y se da cuenta de que mientras lo hace, va dando golpecitos con el pie a un tarro pequeño de vidrio donde hay unas bolitas de porexpán. ¿Qué quieren decir? Él mismo lo explica:

Fue hace 11 años, en 2008, cuando el programa se emitía en Cuatro y no en Antena 3. Motos y Marron explicaban a la audiencia como sobrevivir a un alud. El nombre de la sección ya lo decía todo: "La avalancha de la muerte". Para recrearlo, en lugar de nieve utilizaron una cantidad incontable de pelotitas de porexpán en la que los dos se sumergieron dentro de una gran pecera de vidrio. Llevaban sendas mascarillas en la boca, pero el experimento casi acaba como el rosario de la aurora. Una muerte por asfixia en un mar de porexpán y en directo. La imagen hubiera sido dantesca. Y es que la fuerza del material utilizado para hacer su show particular hizo que cuando les echaron encima una gran cantidad para que les cubriera completamente, se cayeran las mascarillas que llevaban y empezaran a tragar corcho.

Cuatro

Lo que al principio eran bromitas, especialmente por parte de los narradores del experimento, las hormigas Trancas y Barrancas, derivó en angustia, en movimientos que no eran los que tocaban y en el equipo del programa abriendo deprisa y corriendo una de las paredes laterales de la pecera gigante para que bajara el nivel de porexpán por debajo de la cara del presentador y del colaborador, que no podían dissimular los difíciles momentos que pasaron. Con la cara pagaban.

Una experiencia que le dejó secuelas: "Nos ahogó y casi morimos los dos. Luego estuvimos un mes más o menos teniendo pesadillas y pensamientos raros. Lo tengo aquí para acordarme de lo frágil que es la vida y de la suerte que tengo de estar vivo”.