'El Hormiguero' y 'La Revuelta' son los dos programas del año. Después de que RTVE fichara a David Broncano, su caballo ganador, para poner su proyecto en el prime time de la cadena pública, los resultados han llegado y son mejores de lo que todo el mundo esperaba. La gente se ha enamorado de la originalidad y el carisma del presentador y, prácticamente, los invitados han pasado a un segundo plano. En 'El Hormiguero', en cambio, han visto cómo su posición de líderes en audiencia se tambalea por primera vez desde hace mucho tiempo y parece que el programa se quiera superar cada día con los invitados. Cuando llega el jueves, Pablo Motos empieza con la lista y, a diferencia de 'La Revuelta', muchos de los espectadores se ponen el programa para ver qué cosa interesante dice la persona que será entrevistada.
'El Hormiguero' puede ser muchas cosas, pero una cosa es segura, las preguntas que se le harán al invitado estarán estudiadas al milímetro para que la gente conozca su actualidad. Realmente, el punto entre ocio y la información, a la hora de llevar a cabo esta parte del programa, es una de las principales diferencias entre las dos emisiones. 'El Hormiguero' hace tiempo que no se ha cerrado las puertas a entrevistar a personajes internacionales que lo petan mundialmente. De hecho, hemos visto pasar a grandes celebridades como Justin Bieber, Johnny Depp, Will Smith... Ayer fue el turno de Anthony Mackie y Danny Ramírez, dos actores de la nueva película de Capitán América. Cada vez que alguien que no conoce el idioma visita 'El Hormiguero', la producción es fantástica porque se oye su voz traducida al momento. De hecho, la voz tranquila de la traductora ya se ha vuelto un elemento mítico cuando viene alguien inglés y Pablo Motos quiso enseñar su cara y donde estaba situada.
Atentos porque, como él mismo anunció, nunca se había hecho en veinte años de emisión: "¿Queréis hablar con Patricia, con la traductora? Nunca lo hemos hecho". Los dos entrevistados aceptan y Pablo Motos vuelve a repetir: "No lo hemos hecho nunca" y les tira una advertencia: "A ver, un momento, esto no se debe ver en la televisión. La televisión es bonita si la miras por aquí. A partir de esta puerta no esperéis ver nada bonito...". Después de la explicación del presentador, los tres entran en un pequeño cuarto donde encuentran a Patricia, la chica que traduce y pone la voz, y el momento es mágico porque mientras tienen una conversación va traduciéndola. Sin duda, su tono ya es mítico. El descubrimiento no se queda aquí porque también enseñan a Amaia, la que nosotros no escuchamos, pero es la encargada de traducir el castellano del programa al invitado.
El momento es espectacular, pero como dice el protagonista, parece que las hayan puesto dentro de un armario justo detrás del plató. Por no hablar tampoco de la televisión que tiene Amaia para ver el programa en directo. Realmente, parecen unas trabajadoras más, pero son las dos caras ocultas más esenciales para que un programa con una celebridad internacional funcione. Son más importantes, incluso, que las hormigas. Desde que la improvisación y el surrealismo del programa de David Broncano triunfa en la televisión española, parece que Pablo Motos se atreva a vivir momentos menos formales. Ya lo vimos el otro día escribiendo una carta para David y, ahora, enseñando las caras de las dos traductoras. La batalla por la audiencia es feroz, pero el principal beneficiado tiene un nombre: la audiencia.