Pablo Motos es uno de aquellos presentadores de televisión que no dejan indiferente. Sí, su programa es muy seguido y tiene una legión de defensores, pero el grueso de espectadores hartos del carácter rancio, machista y sabelotodo del valenciano es colosal. La última muestra de su penosa forma de hacer tv la vimos hace unos días, mientras entrevistaba a Luna Fulgencio, una niña de 9 años que lo hundió merecidamente. Su "que tengo 9 años, no 26" forma ya parte de la historia del entretenimiento, sí es que eso que hace Motos entra dentro de esta categoría.
Eso de dejar a Motos bien planchado es el único aliciente del show, y en el último episodio vivimos una de estas escenas impagables. Ni los 6.000€ del premio del tradicional concurso del programa, aquel en el que llaman a un número de teléfono al azar y hacen la pregunta "¿sabe usted qué se lo que quiero?", son suficientes. La llamada a una señora con una opinión muy clara sobre 'El Hormiguero' y su líder fue de traca. Una historia en dos actos: un primer intento de Motos con el actor Joaquín Reyes, cerrado con la mujer mandándoles a hacer puñetas "no lo veo nunca, no me gusta" y colgando el teléfono, y una segunda tentativa en la que le intentaron hacer entrar "en razón" sin éxito. "No quiero tanto dinero", decía la señora, que remataba con una salida para enmarcar: "son imbéciles".
Alguien que le dice a la cara lo que muchos piensan del de Antena 3. Por fin un rato de diversión. Y a pesar la sospecha de que todo eso está preparadísimo, "se non è vero, è ben trovato".