Patricia Llosa es uno de los personajes revelación de este 2023. La separación nada amistosa de su exmarido Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler ha sido el giro de guion que ha esperado durante 8 largos y agrios años. El escritor peruano la dejó después de toda una vida juntos por la filipina. Bien, para ser justos, una vida infestada de infidelidades por parte del peruano. Ella, sin embargo, siempre ha luchado en la sombra por recuperar a su hombre, una estrategia que ahora da sus frutos. Nadie apostaba un euro por ella, pero miradla, qué ufana. Unos humos que se traducen en unas formas agresivas contra la prensa del corazón, últimamente acaba siempre a golpes de bolso o a empujones propinados por su hija Morgana. A cara de perro, sí. Especialmente cuando oye un nombre que la perturba: Isabel Preysler.
Patricia envió una carta a la socialité cuando el romance era incipiente: "Eres una más de las 20 o 30 que han pasado antes", le escribió con desdén y condescendencia. Isabel se pasó la advertencia por el arco de Triunfo, pero la espinita quedó allí. Y cuando todo ha saltado por los aires, la madre de Tamara Falcó ha rememorado este pasaje para hundir a Mario y a su exmujer. Esta no puede contenerse cuando le sacan el tema y reacciona violentamente. Es solo una muestra de una obviedad: sus intentos por hacer ver que está por encima del mundo del cotilleo colapsan. Ni siquiera su gran triunfo de ir invitada en la primera fila del ingreso de Vargas Llosa en la Academia Francesa sirvió de nada: se durmió durante el discurso solemne de su amadoo. Cuando despertó, aplaudía enloquecida las palabras de otro académico. Un caso, sí. Por eso nos encanta.
Patricia Llosa en una tienda de un aeropuerto, secuencia peculiar a cámara lenta
Sí, las personas con contradicciones y aires de superioridad son muy golosas. Y Patricia cumple estos requisitos, aparte de un resentimiento importante y una doble cara de manual. No tiene dónde esconderse, porque resulta que ha pasado de "la otra" a una de las personas más seguidass por los paparazzis, todo en un abrir y cerrar de ojos. A sus 78 años, la persecución de los reporteros le va un poco grande. Ella no lo sabe, pero hay muchos ojos clavados en todo aquello que hace, también cámaras grabándola continuamente. Por ejemplo, en el aeropuerto de París, mientras esperaba un vuelo de vuelta a Madrid tras el acto de su novio y exmarido, o lo que sean. Un Mario que no estaba con ella, por cierto: estaría de parranda con Juan Carlos explicándose batallitas, o vete a saber. La acompañaba uno de sus hijos, a quien también dejó atrás mientras se enfrentaba a una misión importante: el avituallamiento en una tienda del aeródromo. ¿La compra? Un sándwich y dos bebidas. Le costó, eso sí. Va a cámara lenta.
La exmujer de Mario Vargas Llosa, delatada: esta es su obsesión
La secuencia publicada por Chance nos permite ver a Patricia entrando en un quiosco y examinando con una parsimonia alarmante el contenido de una nevera. De verdad, la velocidad del vídeo no está alterada ni congelada, es el ritmo vital de la protagonista. Después de dos minutos y muchas dudas, acaba cogiendo un bocadillo envasado, lo que parece un zumo y de camino a la caja pesca una botellita de agua. Cuando llega el momento de pagar, cambio de planes. Algo le ha llamado la atención. ¿Qué es? Las revistas del corazón. Ay. Las detesta, pero las consume. Son una obsesión, un guilty pleasure. Lo más gracioso: es lenta para elegir merienda, pero muy rápida para encontrarse en las portadas. Tarda pocos segundos en darse cuenta de que ella no es la prota en Francia, y se va a toda prisa. Paga de nuevo a velocidad tortuga y vuelve a la sala de espera antes del embarque. No sabe que la han pillado.
Las aventuras de Patricia Llosa, el spin off que necesitábamos. Muriéndonos por nuevos capítulos, ¡ya!