La influencer Paula Echevarría ha entrado en la recta final del embarazo del que será su segundo hijo, el primero con el exfutbolista Miguel Torres. Tendrá un nombre muy original, Miguel Jr., y llegará a un hogar donde cada paso se convierte en una publicación en redes sociales. De hecho, no ha salido de la panza de la madre y ya es toda una estrellita de Instagram gracias a los directos, fotos, promociones y portadas de revista de Paula, que no son pocas. Se entiende que esta es la gran vía de ingresos de la supuesta actriz, pero vaya: se pasa tres pueblos. Todo es excesivo, incluso para la asturiana.
Echevarría está viviendo la gestación con gran ilusión: su romance con Torres pasa por su mejor momento y le dará un hermanito a Daniella, la hija que tuvo con el cantante David Bustamante y que ya tiene 12 años. El entusiasmo, sin embargo, ha disparado su capacidad para la exageración, la ostentación y el barroquismo. Una buena muestra, la fiesta preparto que le han preparado sus amigas. Lo que en términos de modernos se llama 'baby shower', una especie de bienvenida oficial cargada de regalos y que es casi una obligación para las estrellas del mundo virtual. La fiesta ha sido retransmitida a través de varios mensajes y espeluzna: el espectáculo es un disparate bastante cursi de globos, peluches y productos de todo tipo y condición. Roza el absurdo.
Ahora bien, la inminente madre lo encuentra normalísimo: es su día a día, vivirlo todo como si se tratara de una valla publicitaria tan cuqui como gigantesca. Asegura que este es su "best day", su mejor día, mientras que las amigas les advierten: "lo vamos a malcriar". No hace falta que lo juren, no. Tampoco que cuando la criatura se encuentre con esta avalancha de trastos a su alrededor, se mareará. A nosotros, sencillos voyeurs de las redes sociales, ya nos ha entrado el dolor de cabeza.
Los Echevarría-Torres cogiendo al testigo de los Kardashian-West. Vigila que no acaben como esta famosa (ex)pareja.