Por Guadalix de la Sierra han pasado muchos ratoncitos, como les llamaba el gran Ferran Monegal. Muchos chicos y chicas que han entrado en la casa de Gran Hermano y que después de su paso por el reality por excelencia de Telecinco, han tenido más o menos fortuna en el mundo de la televisión. De entre los que se han acabado ganando muy bien la vida, Kiko Hernández, Marta López, Suso o Nagore Robles. De entre los que han caído en el anonimato, muchos otros. Algunos enamoraron a la audiencia cuando estaban allí encerrados haciendo edredoning u otras prácticas habituales allí dentro. Otros inmortalizaron frases que les acompañarán toda la vida, como "pa chulo, chulo, mi pirulo", "¿Dónde están los papeles de la paella?", "Aída!, Aíííída!", "¿Quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza?" o "Muero de amor". La autora de esta última era una joven catalana, Paula González.
Ganadora de la decimoquinta edición, esta dependienta de Barcelona que entró en el programa cuando tenía 20 años, convenció a la audiencia con su relación sentimental con Omar y con su enemistad con otra concursante, Lucía Parreño. Después de aquello, algunas entrevistas en el Sálvame, algunas portadas en Interviú, algunas colaboraciones en programas e incluso, alguna canción. Pero poco a poco fue abandonando los platós. Y no solo eso, fue abandonando su cara, su nombre y su país. Porque Paula ya no es así. Ni se llama así. Ni vive aquí. Nueve años después de proclamarse flamante vencedora de Gran Hermano, es una mujer nueva. Ni rastro de quién y cómo era antes. Ahora es influencer, y se hace llamar Chleopawtra. Y ya no tiene su característica melena rubia. Ahora es morena y ha pasado a menudo por quirófano, donde el bisturí le ha dejado una cara nueva. "Nueva era", como anunciaba la catalana en redes. Y Nueva cara. Y nuevo lugar donde vivir, porque ha hecho las maletas, ha cruzado el charco y se ha instalado en Costa Rica, un paraíso, un país absolutamente despampanante. Así era antes:
Y así es ahora:
Ya lleva dos meses viviendo allí y está encantada de la vida, de una "vida de ensueño" como ha destacado ella. Ahora vive en una mansión familiar, cerca del mar, que cuenta con una gran piscina y está rodeada de verde: "Entre los sueños y la realidad. Un verano infinito", dice ella en toda una declaración de intenciones. Ni rastro de la rubia Paula que todos recordábamos. Ahora toca hablar de la morena Chleopawtra... ¿Muero de amor? No. Ahora lo que toca es pura vida, como dicen los ticos.