Mientras en Mónaco van alborotados con qué le pasa o qué le deja de pasar a Charlene, la todavía mujer del príncipe Alberto, hasta que no se demuestre lo contrario, este pasado fin de semana ha habido una nueva cita llena de glamour en casa de los Grimaldi con la nueva edición del Baile de la Rosa que instiga la princesa Carolina. El Sporting Club de Montecarlo ha vuelto a reunir a la familia... bueno, si es que a reunir se le puede decir a que falten la mitad de sus miembros. Un sálvese quien pueda en toda regla, un feo sin paliativos a la organizadora por parte de los suyos, que ni se esconden ni quieren hacerlo.
Sí estaban Carolina y su hermano pequeño Alberto, así como sus hijos, Andrea, Carlota, Pierre y Alexandra, con respectivas parejas. En cambio, destacaba por su ausencia la mujer de Alberto, Charlene. No era la única que hizo mutis por el foro. Una habitual ausente de esta fiesta tampoco fue. Y ya hemos perdido la cuenta de las veces que ha pasado olímpicamente de su hermana, de la Rosa y de la alfombra roja. Hablamos de la princesa Estefanía, hermana pequeña del clan, que volvió a dar plantón marcando todavía más las distancias que la separan de su hermana mayor Carolina, que es quien organiza esta gala. De hecho, no se las ve juntas desde hace medio año, el pasado mes de noviembre, con motivo del Día Nacional de Mónaco, cuando aparecieron en público por motivos de fuerza mayor.
Estefania pasa de hacer el paripé en público al lado de sus hermanos si es que no es una cita indispensable. Y los que siguen su camino son sus hijos, que se muestran deliberadamente ajenos a todo lo que rodea a la familia y que tampoco se prodigan demasiado en hacer el número al lado de su tía Carolina o de sus primos. Y es que no solo faltó Estefania en el Baile de la Rosa, que ya lleva diez años sin aparecer por allí, sino también sus tres hijos, Pauline Ducruet, Louis y Camille. Quedémonos con la mayor, que no solo no ha ido sino que tampoco se ha inventado ninguna excusa justificando su ausencia. Es más, el motivo por el cual no estuvo es que estaba en la playa con una prima por la otra parte de la familia, disfrutando de un épico solete, como dirían The Tyets. Haciendo honor a la película de Éric Rohmer, Pauline en la playa, Pauline Ducruet estaba en la playa más feliz que una perdiz.
Escapadita a Lisboa con su prima Roxane, un hecho más que demuestra que Pauline Ducruet va por libre y que pasa olímpicamente de los Grimaldi: "Qué viaje bonito a Lisboa con mi prima, creando recuerdos que durarán para siempre, conociendo nuevos amigos mientras exploramos una ciudad vibrante con vistas impresionantes que dejan una huella a tu alma!". Una joven que es una rara avis en la familia y que se está forjando una sólida carrera profesional como diseñadora, CEO y directora creativa de una marca, incluso, luciendo, ella misma los modelos que diseña, con o sin la parte de arriba. Clavada a su madre, estilosa hasta decir basta, con mirada de tener las cosas muy claras, Pauline es una de aquellas royals europeas como no hay, con una personalidad única, y lejos de los estereotipos de sus homólogos:
Fans totales de Pauline Ducruet. Una princesa única. Una royal diferente. Un verso libre.