La Feria de Abril de Sevilla es, estos días, una especie de zoo humano. Todo tipo de subespecies pasa por sus dominios, muchos de ellos con sus trajes típicos, a la búsqueda de una buena juerga. El apartado de VIPS y famosos es el más jugoso, también el más espeluznante. Ver a Ana Rosa Quintana tan a gustito con periodistas ultras, a la influencer y diseñadora Natalia Osona ofreciéndose a vestir a la princesa Leonor o a Victoria Federica en su versión flamenca-cuadro es un pasatiempo cautivador. Imposible pasar más vergüenza. O no. Son muchos días en el Ferial y oportunidades para superarse hay un montón. Una famosa humorista y expresentadora presenta su candidatura: Paz Padilla.
La nueva colaboradora de Ana Rosa en 'TardeAR' (pa' lo que has quedao, Paz) ha emulado a su nueva ama e ídola: ha pasado unas horas de fiesta rodeada de sus amigos y correligionarios. Si Quintana ha apadrinado a Vito Quiles, ella ha confirmado su relación de hermandad, de familia, con otros radicales de extrema derecha: la pareja Ivan Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio. El primero ya no forma parte de VOX, acabaron enemistados por sutiles diferencias ideológicas y de gestión, y ahora trabaja para el Turronero; la otra sí que continúa con los de Abascal, quizás porque fuera de la política su carrera de arquitecta tiene algunos problemillas que mejor no remover demasiado. Ivan y Rocío son, desde hace un tiempo, íntimos de la ex de 'Sálvame'.
Monasterio y Padilla se han exhibido por el recinto ferial en un coche a caballo, felices y sonrientes por el ambiente festivo. El vestido de Paz no ganará ningún premio a la originalidad de la moda flamenca, tampoco al de la belleza ni la elegancia. Ahora bien, si de lo que se trataba era de ser visible desde la Estación Espacial Internacional, ha cantado bingo. Entre el azul eléctrico y el verde fluorescente del diseño, y un sinfín de volantes exageradao incluso para ella, la sensación visual es de mareo, de indisposición. La compañía de Monasterio no mejora la cosa, hay algo inquietante en su sonrisa. También sonríe la de Cádiz, pero de aquella manera. Parece que se ha dado cuenta de un detalle que no quedará bien en la fotografía. Seguro que lo ven enseguida.
La birra, sí. La copa de cerveza. Paz no es de rebujitos, o cuando menos, no a aquella hora de la tarde. Malta, lúpulo y levadura para entonarse un poco, aunque consumir durante el paseo equino quizás no es lo más adecuado para la liturgia ferial, parece que ha ido de botellón. Justo después del primer clic del fotógrafo, Padilla esconde el vaso bajo la superpoblación de volantes de la falda (al final han sido útiles, puedes hacer desaparecer lo que sea), y vuelve a posar para la cámara con su amiga íntima. Lástima que ya no nos llega para comprar la otra foto, la vida está muy cara. Sin embargo, ya tenemos bastante espectáculo y coña. Gracias, Paz. Siempre sabes cómo hacer que nos tronchemos.