Casualidades de la vida: Telecinco, de luto por la muerte de Mila Ximénez, programó el capítulo de Paz Padilla en 'Mi casa es la tuya'. El programa de Bertín Osborne se desplazaba hasta la playa de Zahara de los Atunes, localidad de Cádiz donde la presentadora tiene su residencia. La emisión giró en torno a la muerte de su marido, Antonio Vidal, víctima de un tumor cerebral. Un episodio trágico que la andaluza está digiriendo de una forma valiente, personal y a veces polémica: su aceptación de la muerte dista y mucho de lo que le pasa a la gran mayoría de los seres humanos, y Padilla no se cansa de predicarla en televisión, libros y conferencias. A veces, incluso, hace sentir incómodas a otras personas que han pasado por trances similares. En todo caso, este método le ha servido para centrarse a la velocidad del rayo y continuar con su vida luciendo su especialidad: la sonrisa y la carcajada.
La desaparición del amor de su vida ha tenido consecuencias laborales inesperadas y traumáticas: la cadena la echó de 'Got Talent' contra todo pronóstico, mientras todavía intentaba levantarse del golpe. Un tema espinoso, para ella y para Telecinco. La conversación no rehuyó la cuestión. Padilla no se lo esperaba, ni mucho menos: con todas las muestras de calor y pésame que estaba recibiendo por parte de sus compañeros de Mediaset, ni se imaginaba que había directivos que pensaban de una forma muy diferente. Lo puso sobre la mesa con dos sopapos con la mano abierta, que harán avergonzarse en los despachos de Telecinco: "Yo dejé de trabajar para estar con Antonio y acompañarle. Me ha pasado factura. Me han dicho que yo no estuve al 100% y les dije yo "no estuve al 100% para ustedes, pero sí con mi marido que era el que me necesitaba". Una jugada sucia e insensible: "Durante una año oculté que mi marido estaba malo. Lo dejaba dándose su tratamiento y me iba a trabajar, a ser graciosa. Nadie lo notó, me dijeron "tú tranquila que vas a seguir trabajando", pero no. No me importa, si hoy tuviera que hacerlo lo volvería en hacer".
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La crudeza del 'show business' y la verdadera cara de "la cadena amiga", al descubierto.