"En busca de la mejor versión posible de uno mismo". Esto escribía la influencer y cantante de Sabadell, Yolanda Gallardo, justo antes de despegar en un vuelo hacia Estambul, capital de Turquía. Hace 4 días del inicio de un viaje que no tenía una finalidad lúdica, turística ni tampoco espiritual, a pesar del texto de la artista más conocida como la Pelopony. Ella se refería sencillamente al aspecto físico, porque se trataba de operarse. El rostro, concretamente. Unos retoques estéticos para hacer realidad sus sueños, y que se han convertido en pesadilla. Y de las más terroríficos.
A estas alturas, la famosa artista de la época más petarda de Mediaset ya no es como la recordábamos. Ni mucho menos. La imagen que ilustra el artículo y de la mayoría de aquellos que la recuerdan ha envejecido de manera radical. Y no era este el resultado, por descontado. El destrozo es de los que hacen época. Y da pena, la verdad. Enternece, y mira que es un personaje que despierta cierto debate. Tenía mucha ilusión por esta aventura turca, seguramente atraída por precios más competitivos. Un poco cómo pasa con los trasplantes de pelo, materia en la cual Turquía es un destino muy famoso. La Pelopony quería una cara nueva al mejor precio, pero no la ha encontrado. No es su mejor versión.
Desfigurada completamente, y no precisamente por los efectos lógicos del posoperatorio, la imagen de Yolanda estremece. Como si le hubiera pasado un camión por encima, de ida y vuelta. Es un drama que relata ella misma, dos días después de un infierno que empieza a remitir. . "Estuve dos dias ciega sin poder ver nada con ataques de ansiedad pero ya puedo ver y estoy viva", escribe en las redes, pero el relato más descarnado es a través de un montón de stories para agradecer el apoyo y el interés de sus fans, y dar todos los detalles de su calvario. Poca broma, era una sesión de gran riesgo:"Se complicó un montón. Eran muchas operaciones. 2 liftings, cat eyes, cejas, blefaroplastia, la nariz, mandíbula". La palabra "completo" ha adquirido un nuevo significado con la Pelopony.
¿Qué le pasó? ""Me inflamé más de la cuenta, y tenía los ojos cerrados. No podía ver y me dio un ataque de ansiedad. Respiraba mal porque un pulmón no me funcionaba". Le gritaba "I can't breath, I can't breath, it's imposible" al cirujano, no puedo respirar. "Sentía que me moría, no podía respirar ni por la nariz ni la boca. El doctor me decía que no me quería dar más morfina". La angustia, sideral. Todo fue mal durante 48 horas, hasta que la inflamación bajó un poco y le pudieron abrir los ojos. Ahora, que empieza a alimentarse, a hacer sus necesidades y caminar un poco, lanza una reflexión marca de la casa. "Si me queda bien habrá valido la pena, y si no soy una gilipollas. No me hacía falta, yo ya estaba bien". A veces hay que pensar las cosas tres veces antes de ponerse. Pero ojalá que, como desea, le haya valido la pena. Que es su vida, vaya.