Parece que el paso del tiempo no deteriora MasterChef. El concurso de cocina más consolidado de radiotelevisión española ya va por la duodécima temporada, y podríamos decir que ha servido más polémica que en las primeras. Ya hace tiempo que su casting busca más chismorreo y broncas, el talento gastronómico ha quedado en un segundo plano con concursantes como Tamara, quien se convirtió en la protagonista absoluta después de colgar el delantal de forma voluntaria y encender las redes con sus contestaciones brutales. La nueva edición no ha dejado indiferente a nadie, ni a los propios miembros del jurado.

Los tres son los eternos personajes del programa: Jordi Cruz, el más exigente, Samantha Vallejo, la experta de todos los emplatados y Pepe Rodríguez, el aficionado a comerse la cabeza de las gambas. Ya hace más de una década que forman parte del programa, la experiencia los ha convertido en auténticos personajes televisivos, pero el formato no los ha dejado nunca de sorprender, esta vez el turno fue para el de Toledo, a quien casi le cae la lagrimita.

No es la primera vez que vemos a Pepe Rodríguez emocionarse en el programa, de hecho, nos atreveríamos a decir que es de lágrima fácil, sobre todo cuando se trata de familiares y amigos. Hay un tipo de prueba que no falla nunca a los aspirantes, el día de cocinar con sus familiares: ya sea con los hijos, la pareja, los amigos o los padres, se trata de uno de los programas más emotivos de la temporada. La última entrega del concurso fue el turno de este reencuentro familiar, y el equipo del formato le guardaba una sorpresa al chef. Pepe Rodríguez era el miembro del jurado encargado de participar en la prueba, y no lo iba a hacer solo, justo antes de empezar, el plató se quedaba boquiabierto al ver entrar a Jesús, el hijo de Pepe Rodríguez, un clon del chef pero de diecinueve años. Dos gotas de agua.

Pepe Rodríguez y su hijo Jesús / RTVE
Pepe Rodríguez y su hijo Jesús / RTVE
Pepe Rodríguez y Mariví Fernández / GTRES
Pepe Rodríguez y Mariví Fernández, su mujer / GTRES

Jesús Rodríguez es el medio de tres hermanos, la mayor, María, tiene veintiún años, y la más pequeña, Manuela, tiene catorce. Los tres son hijos del chef y su mujer, Mariví Fernández, su primera y única mujer. Una vida familiar discreta que, por primera vez, se dejaba entrever en el programa. "Me cago en la mar salá... ¡Esto sí que es grande! ¿Qué cabrito? ¿Qué haces aquí"? le decía Pepe a su hijo al verlo entrar en el plató. Los dos se mostraban cómplices y a la cocina, adobando y preparando las siete tapas pertinentes de la prueba: alita de pollo, tartar, crujiente de pollo... A Pepe Rodríguez se le caía la baba mientras cocinaba con su hijo de diecinueve años, quiénes, con el delantal y el mismo peinado, parecían hermanos. La red pronto se incendió de memes y semejanzas del joven.

Un momento de lo más especial para el programa. Nunca en la historia habíamos visto al cocinero tan feliz y dentro de su núcleo familiar, Pepe Rodríguez, como pez en el agua mejor acompañado que nunca.