Han pasado casi 4 años, pero Catalunya no lo olvidará nunca. El 20 de septiembre de 2017 se produjeron hechos importantísimos para la historia del país: cuando quedaban pocos días para el referéndum de independencia, el estado español ponía en marcha una macrooperación policial desesperada y abusiva intentando parar el 1-O. Entre las acciones de aquella jornada, el registro de la Guardia Civil a la sede del Departamento de Economía de la Generalitat, ubicada en la Rambla de Catalunya en el cruce con la Gran Vía de las Corts Catalanas. La indignación por el atropello a las instituciones catalanas hizo reventar a la ciudadanía, que se concentró masivamente expresando su repulsa. El gentío era imparable. La tensión, también. Dos personas, representantes de la sociedad civil, pagaron muy cara su esfuerzo para evitar disturbios violentos. Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, condenados a 9 años de prisión por el Supremo por subirse al Patrol de los uniformados con un megáfono y rogar, ya de madrugada, que los manifestantes se marcharan a casa.
Ellos son las verdaderas víctimas: los cabezas de turco de un estado incapaz de resolver sus problemas con negociación, diálogo y sin porras ni policías. Ahora bien, el relato del españolismo es otro, claro: explican el 20-S como un escenario de guerra en el que su tropa vio la muerte de cerca. Se jugaron la vida. Algunos, incluso, teniendo que disfrazarse de Spiderman para saltar de azotea en azotea y escapar del monstruo indepe. Perdón, corregimos: Spiderwoman: la secretaría judicial que acompañaba a la Benemérita.
Todos conocemos el relato de aquella mujer, que fue evacuada del edificio por su miedo a no sabemos exactamente qué. Lo hacía a través del terrado de Economía, conectado con el del Teatro Coliseum, por donde salió a la calle con toda tranquilidad. El único obstáculo para saltar de uno al otro, un pequeño muro de ladrillos. Para ella y sus jefes, una construcción infranqueable: la Gran Muralla de China es la valla de una zona de juegos infantil a su lado. Su testimonio fue una de las armas de la maquinaria judicial y represora española, a pesar de no ser más que una nueva falacia. Y por si alguien todavía tiene dudas, he aquí que tenemos a Peyu dispuesto a hacer la "prueba del algodón".
El actor, humorista y presentador de TV3 y Catalunya Ràdio ha estado en este lugar, aprovechando que el próximo 28 de julio representará su obra 'El Gallardo Español' en el mencionado teatro. No se ha podido aguantar y ha subido las escaleras hasta la azotea, el más famoso del país: "Lo que me hace más ilusión de todo es estar donde estoy aquí ahora: el terrado del teatro, y esto, la sede de Economía. Aquí, esto... ¡el murete! El murete por donde saltó la secretaría judicial!". Peyu, demostrando unas aptitudes físicas que bien lo podrían hacer participar en unos Juegos Olímpicos, arriesga su vida para emular aquel "salto tan bestia". El cachondeo es genial: "Que me tiro, que me tiro!". Un saltito de nada y hale, al otro lado. "Las pasó canutas", concluye.
Bricolaje, teatro, sátira, radio, televisión, comarcas... y ahora también 'fact checking'. Peyu es una mina.