Ya tardaba Espejo público en abordar la humillación de un empresario español que vende jamones con la cara de Puigdemont llamándole cerdo al president. Susanna Griso decía "No sé a ustedes pero las gafas y el flequillo del cerdo de la marca de jamones andaluza me recuerdan a Puigdemont". Los tertulianos mojan pan: sólo Elisa Beni lo critica "Me sorprende que un empresario haga escarnio y crea que esto le da clientes". Entrevista por teléfono al empresario de Málaga. Le han prohibido hacer uso de la imagen del presidente pero se revuelve: "Si no me dejan utilizar la marca tendré que cerrar, ya he hecho todo el etiquetaje". Y lo más surrealista "Demandaremos a Puigdemont por lucro cesante", es decir que culpa Puigdemont de hacerle perder dinero. Y acaba tomando el pelo a todo el mundo: "Quien quiera verdadero en Puigdemont lo verá pero no es él".
El señor Alberto González, dueño de Pig Demont la pifia cuando liga el nombre de su empresa a la realidad política catalana, demuestra que actúa por revancha: "Decir que en Andalucía se vive del subsidio y que es el Norte de África como se dijo en TV3 me lo cojo con humor y no denunciamos a nadie". Griso le tiene que aclarar que eso no lo dijo Puigdemont sino un empresario lituano. El jamonero dice "La libertad de expresión tiene que estar por delante de todo. En Francia murieron compañeros suyos en Charlie Hebdó. Espero no llegar a eso pero he tenido llamadas amenazantes".
"Esto no es márketing", dice el señor para sorpresa de Griso. "He hablado para todo el mundo excepto para te uve tres". Y la presentadora le pide "Invierta su humor en otra burla, esta no es la más adecuada, y yo he sido crítica con Puigdemont".
La audiencia, los invitados y los tertulianos de Susanna Griso la avanzan por la derecha, o por la ultraderecha.