La clase alta madrileña del barrio de Salamanca, convocada por VOX y armada con parafernalia españolista (alguna muy pasada de vueltas), salió a la calle para exigir la dimisión del gobierno Sánchez por la gestión del coronavirus. Que nadie se asuste: como mucho eran 300 personas, que aparte de pasarse el confinamiento, la desescalada y el sursum corda por el arco de triunfo, insultaron a diestro y siniestro con las típicas arengas fachas y un grito alucinante de "libertad". Fantástico. Precioso. Como opereta inverosímil, un diez. Ahora bien, sólo se trata de un reducto muy determinado y sesgado, que en un mundo normal sería contenido de la sección de "noticias breves" de cualquier informativo.
Eso, sin embargo, no ha pasado con estas concentraciones ilegales, porque ya lo decía el franquista Fraga: "Spain is different". Las cadenas de televisión españolas le dieron la categoría de tsunami, revolución, revuelta... Minutos y minutos con los que se legitima la exhibición de cruces de Borgoña, el egoísmo y la hipocresía. La de los mismos que lloraron y rabiaron con la exhumación de la momia del dictador Franco. "Pijos" de extrema derecha reclamando libertad, vaya. Lo más normal del mundo. Hay muchos ciudadanos, que sí saben qué quiere decir la libertad y lo que ha costado conseguirla, que no se lo pueden creer. Y todavía más: también aquellos que, con reivindicaciones mucho más extendidas y democráticas, son silenciados por estas cadenas de televisión. Lo expresa con indignación la cronista catalana Pilar Eyre: "6 minutos de todos los telediarios dedicados a una manifestación de unas 200 personas en el barrio de Salamanca... yo he ido a manis antitaurinas en las que éramos diez veces más y no hemos salido en ningún sitio"
España, se te ve el plumero.