Juan Carlos canta victoria en Londres. Se acaba de zafar de una nueva causa judicial, en este caso la demanda por acoso interpuesta a finales de 2020 por su examante, Corinna Larsen. La defensa del emérito ha centrado toda su estrategia en un único fin: que se desestimara el caso al considerar que los magistrados británicos no son competentes para procesar al exmonarca. Y, en este sentido, han dado en la diana. La jueza Rowena Collins Rice ha dictaminado que "el Tribunal Superior de Inglaterra y Gales carece de competencia, porque no se ha interpuesto en el país de domicilio del demandado, y la demandante no me ha convencido de que su reclamo recaiga en una excepción a esta regla". Es decir, el caso cae por un defecto de forma. No de fondo. Con Juan Carlos, el fondo está siempre turbio, oscuro, difuso e sucio.
Corinna ha presentado batalla durante meses, declarando en más de una ocasión en sede judicial y explicando los escalofriantes intentos de sometimiento que, asegura, sufrió por parte de Juan Carlos y de su entorno, llegando a la cúpula del CNI y a sus agentes. "Hay muchos túneles entre Niza y Mónaco" es uno de los mensajes que le dejaron aquellos que querían su silencio. Larsen reclamaba 126 millones de libras esterlinas, cerca de 150 millones de euros, como compensación por daños y perjuicios. Una cantidad astronómica, una más, en este romance malogrado, patético y prohibitivo.
La reacción de la alemana no se ha hecho esperar. Se ha mostrado "profundamente decepcionada" en un comunicado enviado a la agencia EFE, lamentando que "las víctimas de acoso a menudo tienen que luchar por obtener justicia". Sobre Juan Carlos dice que "ha desplegado todo su arsenal para destruirme, su poder es inmenso" y que "la intimidación contra mi persona y mis hijos continúan". Además, apunta a que habrá recurso contra la decisión de la jueza, que se ha lavado las manos y pasa la pelota (o el marrón) a otro.
Por estos lares la noticia ha generado muchas reacciones. Los monárquicos de vieja escuela lo celebran; los más modernos no tanto, porque bastante alboroto tiene Felipe VI con la explosión del republicanismo ultraespañolista, que lo acusa de vender España y le llama 'Felpudo VI'. En ningún caso analizan la situación con objetividad y perspectiva. Cosa que sí tiene Pilar Eyre, la cronista real catalana más juiciosa. Su sentencia imparte justicia (se nota que es nieta de juez):"Todas las causas contra Juan Carlos acaban igual: no se se le puede juzgar porque ha prescrito, o porque era inviolable, o porque el tribunal no era competente (la última en Londres de Corinna). Pero no porque sea inocente". I amplia: "No persigue ser declarado inocente, sino que no se le juzgue por los delitos que se le atribuyen". Más clara, el agua.
Todas las causas contra Juan Carlos acaban igual: no se se le puede juzgar porque ha prescrito, o porque era inviolable, o porque el tribunal no era competente (la última en Londres de Corinna). Pero no PORQUE SEA INOCENTE.
— Pilar Eyre (@pilareyre) October 6, 2023
Por supuesto que sí. Y no digo que las sentencias sean injustas, pero me da la impresión de que JC no persigue ser declarado inocente, sino que no se le juzgue por los delitos que se le atribuyen. https://t.co/bZKpBkdXOo
— Pilar Eyre (@pilareyre) October 6, 2023