El periodismo catalán tiene plumas muy leídas y otras no tanto. En La Vanguardia ahora que Quim Monzó ha tenido que parar para descansar queda Pilar Rahola. Al panorama de columnistas le conviene, de vez en cuando, una buena sacudida. Una pequeña guerra de plumas es sana para despertar. Eso es lo que acaba de pasar con la imprescindible columna de Rahola. Por lo que se lee sobre Carles Puigdemont pero mejor todavía por lo que se intuye entre líneas: una sonora bofetada a otro columnista. No lo dice pero todo parece indicar que va por Francesc-Marc Álvaro.
El columnista del diario de Barcelona dedicó el lunes un artículo contra Carles Puigdemont con el título sarcástico "Un mundo perfecto": "Hiperliderazgo personalista que convierte en folclore cualquier debate interno y las primarias. (...) Puigdemont es más caudillista que Pujol y más ambiguo, en lo que le conviene. Puigdemont presenta algunos fallos de serie: tiende a ser virtual, como el acto "telemático-friendly" de presentación del congreso de la nueva organización. Y se basa en un mito tan bonito como frágil: que la fórmula secreta de la independencia está en la caja fuerte del despacho de Puigdemont en Waterloo".
Cada lector puede interpretar a Rahola como quiera pero el miércoles escribe esto: "Carles Puigdemont es percibido por sus oponentes como el enemigo (...) Las balas disparan en todas las direcciones: los que le perdonan la vida desde un paternalismo presuntamente cómplice, la mayoría de los cuales huidos de la esfera independentista por miedo, por estatus, por desazón profesional, por comodidad...". El resto del artículo es una obra de orfebrería que hay que leer entera.
Remacha el clavo Rahola, harta de intereses vendidos: "Los análisis que a menudo se hacen de su figura no lo respetan como un agente político activo y decisivo, sino como un personaje estrambótico, perdido en un exilio menospreciado y secuestrado por quimeras fútiles. Un retrato de loco del pueblo que hace falta identificar, aislar y cerrar detrás de los barrotes". Finezza de Rahola señalando sin citar. No hace falta. Quien lo sabe ya sabe que va por él. Especialmente para esos digitales y televisiones de Madrid que de repente ensalzan a Oriol Junqueras, como redescubierto, solo para ir contra Puigdemont, que les derrotó.