La pandemia del coronavirus no nos habrá hecho mejores ni más sabios, pero cuando menos nos ha hecho practicar una virtud pesada pero necesaria: la paciencia. Desde que estallara esta pesadilla la hemos tenido que poner en práctica demasiadas veces: primero, para soportar el confinamiento más estricto. Después para ir pasando fases de la desescalada y entender el baile de medidas restrictivas. Más tarde para hacer frente a rebrotes, olas y comportamientos de incívicos que nos volvían al punto de partida. Y en esta última etapa, para no desesperarnos con la llegada de las vacunas. Ahora bien: el premio a la paciencia es para determinados sectores económicos, especialmente aquellos que tienen que ver con el ocio. Uno de ellos, el de la restauración. La paliza ha sido demoledora y lo que es peor: son siempre los primeros en recibir. La situación de este profesionales es desesperada, y Pilar Rahola no los olvida. Su 'Palabra de Rahola' de este miércoles se dirige a la hostelería, pero también al Govern. Es un clamor: "¡el mundo de la restauración está agotado! Se están destruyendo puestos de trabajo, pymes, empresas familiares. ¡Hagan el favor de que los restaurantes puedan dar cenas! ¡Abran los bares, que pueda haber oxígeno!"
La escritora reconoce que la situación no es sencilla, pero "el pueblo de Catalunya ha sido responsable y comprensivo con las duras medidas. Pero también tenemos que decir al Govern, Argimones, Procicats, a todo el mundo que tenga responsabilidades, que empieza a haber una fatiga muy profunda. No podemos más". Hay que abrir la mano con bares y restaurantes, que puedan reabrir para ofrecer cenas, reactivar un sector del que dependen miles de familias y puestos de trabajo. Y no sólo por ellos mismos, también por el sector del turismo o los hoteles, totalmente arrasados. "¿Qué sentido tiene que todo esté cerrado a las 5 de la tarde? Los jóvenes y la gente socializa en parques y plazas, ¡y tenemos el efecto 'botellón'!". Rahola apunta a la clase dirigente con un mensaje muy claro: "no lo puede seguir pagando el mundo económico. Es cierto, hay que salvar vidas. Pero también hay que salvar la economía. Si aparte de los datos de la covid también pusiéramos los datos de las empresas que se ahogan, que están en la UCI o que mueren, también quedarían horrorizados". Reactivar estos sectores es ya una cuestión urgente: "tienen la responsabilidad de gestionar bien la sanidad. Pero están gestionando mal la economía. Pónganse las pilas. Hay que salvar lo que queda. Y cada vez queda menos".