La pasarela de la infamia ultra sigue descubriéndonos 'nuevos' talentos. Un plantel donde las tonterías, para decirlo con educación, no se agotan. VOX, como factoría de burradas, es incansable. Seguro que han oído hablar de Alicia Rubio, diputada de la extrema derecha a la Asamblea de Madrid. Si no han tenido la (maldita) suerte de escuchar su argumentario, les ofrecemos una muestra: es la señora que compara cáncer y feminismo, que pide una asignatura de costura en las aulas porque "lo que realmente empodera es coser un botón", y que define como "majaderías" la lucha contra las desigualdades y los estereotipos sexistas. Como bien conocerá esta mujer, hay un dicho castellano que le retrata con precisión quirúrgica: "Le dijo la sartén al cazo". Ha hecho de la mencionada "majadería" un verdadero arte. Sus barbaridades dejan boquiabierto y hacen hervir las redes.
Reaccionaria, ultramachista, maleducada e incendiaria. Rubio lo tiene todo, menos juicio, empatía y prudencia, tratándose de una diputada pagada por todos los contribuyentes: los fachas como ella, sí, pero también sus víctimas. La retahíla de delirios de esta mujer en el parlamento madrileño ha tomado velocidad durante la última semana, durante el debate de una propuesta de la izquierda para combatir, precisamente, todo lo que predica VOX y sus portavoces. Y ha enfurecido a Pilar Rahola, que le ha dedicado un artículo lapidario y magistral en La Vanguardia. Rahola no calla ante la cantidad de burradas de Rubio, calificándola a ella y a sus frases como "diarrea verbal", "reencarnación de la vieja carcunda", "sandeces" y "puro fascismo". Seguramente se ha quedado corta, pero como bien recuerda "no vale la pena debatir" con ella.
Algunos dirán que hacerse eco del ideario cavernario de VOX es darle alas a los ultras. Quizás tienen razón, pero tenemos que saber dónde está el enemigo del sentido común para combatirlo. Al menos, todos aquellos que nos consideramos seres humanos, y no hooligans.