Situación límite en Madrid. El coronavirus está descontrolado, y el gobierno de la Comunidad, liderado por la incorregible Isabel Díaz Ayuso, ha decretado el cierre de 37 zonas de la capital, clausura los parques (pero no las salas de apuestas) y equipará a la Policía Municipal con pistolas taser, entre otras medidas. Prisa, sin embargo, no tiene: todo eso pasará a partir del lunes, liberando el fin de semana, quizás porque cree que la covid-19 también descansa. Además, fiel al estilo del trifachito, Ayuso demuestra un clasismo impúdico: los peores parados, los barrios obreros, mientras que el 'pijerio' queda al margen. Eso sí, se permitirá a los 'curritos' ir a trabajar a los barrios acomodados. El cuadro es dantesco, pero para dantescas las explicaciones de la 'pepera', que en su tardía rueda de prensa ha puesto en marcha el ventilador para intentar diseminar la porquería que ahoga su gestión.
Parece que 'Ida' había hecho una apuesta con sus asesores antes de la comparecencia. Aquella tan famosa de "¿a que no tienes ovarios para culpar a los indepes?". También podría tratarse de un juego etílico: chupito cada vez que diga "independentistas". Sea como sea, ha ganado la apuesta y se ha tomado un lingotazo. Porque lo ha hecho: "los independentistas amenazaban con imponer por su cuenta sus propias medidas sin querer atender a las estrategias nacionales que desde el Gobierno se estaban emitiendo". La mención gratuita y absurda no ha pasado desapercibida, con la escritora Pilar Rahola destruyéndola para siempre: "inútil total, no sabes nada, pones en riesgo a tu población con tu ineptitud, pero no hay problema, siempre están a mano los independentistas para desviar tu miseria. Patética".
La pandemia es una pesadilla que no se acaba, pero no la hemos escogido. En cambio, los madrileños votaron a Ayuso como capitana de una nave que se va a pique irremediablemente. Pero ni siquiera así merecen tanto mal.