El asesinato cruel, cobarde y homófobo del joven gallego Samuel ha estremecido a la opinión pública en una semana especialmente señalada para el colectivo LGTBI+. Un crimen execrable cometido por una turba coincidiendo con las celebraciones del Día del Orgullo de esta comunidad, culminando una oleada de agresiones intolerables en todo el estado español. Su "pecado", amar, sentir y vivir sencillamente como quieren. Nada más. Sus verdugos son salvajes acomplejados por la diferencia, inadaptados muy peligrosos que nunca podrán ni siquiera acercarse al significado de palabras como libertad, amor, respeto. Una lacra cada vez más recurrente, animada y espoleada desde determinados ámbitos ideológicos que, de forma vergonzante, parecen una especie protegida no sólo en España, sino en toda Europa. La paradoja es brutal: los cazadores son los protegidos; las víctimas, los culpables.

La escritora Pilar Rahola es una de tantas personas conmovidas y espantadas con la realidad del Viejo Continente, y no tiene inconveniente en señalar su origen: la extrema derecha. Dedica un nuevo 'Palabra de Rahola' al análisis de este fenómeno que pone en peligro todos los avances conseguidos con tanto esfuerzo: "Un error muy común es pensar que las libertades y los derechos civiles que hemos ido conquistando llegan para quedarse. Sin embargo, la tolerancia y la libertad es una lucha diaria".

Manifestación LGTBI por el asesinato de Samuel en A Coruña / Carlos Baglietto

Pilar lo explica con claridad meridiana: "Este crimen es la punta de lanza, el aspecto más trágico y sangrante, de una situación que cada vez está aumentando más. Hay una ola contraria, rabiosa, airada, que quiere volver a una concepción de patriarcado, de familia única, a las viejas concepciones reaccionarias". Un movimiento presente en Italia, Francia, Hungría y, evidentemente, en España: "Hablamos abiertamente de VOX. Un partido que enaltece a un dictador como Franco, mientras se dedica a señalar a personas cuando no le gusta una publicación. Es extrema derecha. Cualquier duda es una manera de blanquearlos". Repasa sus tres grandes objetivos: controlar la democracia para vaciarla de contenido, poner en cuestión las leyes contra la violencia de género (como en el caso de los negacionistas del caso Rocío Carrasco) y de los LGTBI para volver a un machismo homófobo y terrorífico, y alcanzar un autoritarismo sangrante.

Rahola remata: "Samuel es todo eso. Su asesinato es el síntoma de una enfermedad muy grave, de volver a la sociedad del miedo, de la maldad. ¡Alerta! La democracia no está consolidada nunca". La situación es muy preocupante, especialmente por un hecho: su violencia se extiende como una mancha de aceite. Mañana será demasiado tarde.