24 de agosto del 2021. Repetimos, 24 de agosto del 2021. 67 años, 7 meses y 23 días después de que un personaje funesto, nocivo, vomitivo, asesino y despiadado como el general Millán Astray muriera, en Madrid han decidido homenajearle a su manera y volver a mantener vivo su recuerdo, si es que alguna vez había muerto, que lo dudamos, lo que representa alguien como el fundador de la Legión.

¿Cómo? Volviendo a colgar una placa en una calle de la capital española después de que la derecha reaccionaria pusiera el grito en el cielo porque Manuela Carmena retiró su nombre y puso en su lugar el de la maestra Justa Freire, una pedagoga que después de la Guerra Civil fue encerrada después de someterse a un consejo de guerra y pasó dos años en la prisión de Ventas. La presentadora Elisenda Roca, como cualquiera con dos dedos de razón, alucinaba y se preguntaba "Decidme que no es verdad". Pero sí, sí, Elisenda, es verdad. Y tanto que es verdad. Esto es España.

Indignación por parte de todo el mundo menos, evidentemente, de Vox, el PP y Cs, satisfechos y orgullosos de que se vuelva a lucir una placa, inmunda como esta en una calle donde ya sabemos seguro que no pisaremos en nuestra vida el día que volvamos a Madrid. ¿Ven la foto? Los únicos que se acercaron fueron los operarios que procedían al cambio de nombre. Pero aparte de estos hombres con el chaleco reflectante, no se ve a nadie con camisa verde y unas letras que ponga Guardia Civil. Sólo faltaría.

La Benemérita ni está ni se la espera en la calle General Millán Astray de Madrid. Sí, en cambio, han tenido la molestia de dirigirse a otro punto donde les molestaba una pintada en una pared. ¿Dónde? En Cadaqués.

Antes del año 2017, la Asamblea Nacional y el CDR de Cadaqués, con la colaboración de gente de la Catalunya Norte, conmovió con unas pintadas que hicieron en una de las emblemáticas curvas que hay en la carretera antes de llegar a uno de los pueblos, no ya más bonitos de Catalunya, sino de todo el mundo entero. Un cartel donde se leía un mensaje muy concreto dirigido a los represores españoles y a sus poderes fácticos: "Nos quieren enterrar, pero no saben que somos semillas". Pilar Rahola y el resto de vecinos y visitantes de aquel rincón mágico, se lo encontraban al llegar o al marcharse del pueblo.

Hace unos días, un grupo de graciosos los borró. Pero cuando ellos van, en Cadaqués vuelven, y los volvieron a pintar. Los intolerantes volvieron a borrarlos. Y poco después, las pintadas volvieron a aparecer. Y así, hasta cuatro veces que los de Cadaqués han pintado y rehecho el gran mural de independencia. Pero hoy la cosa ha ido más allá: les han enviado a la Guardia Civil y les han identificado. Aquí sí que se han desplazado. Por una pintada en favor de la independencia....


Aun así, piensan volver, por muchas visitas que les hagan las fuerzas de seguridad. Y, sólo faltaría, piensan seguir pintando el mural. Pilar Rahola, sin embargo, alucina con la nueva demostración de cómo la Guardia Civil no se esconde de hacer el paripé allí donde se respire cualquier hecho que tenga que ver con la independencia de Catalunya. "¡Qué cojones"!, exclama, consultada por En Blau, pero convencida de que "volverán a hacer la pintada, tozudos y resilentes".

Quien no tiene trabajo, el gato peina, que dicen en Catalunya. Y en Cadaqués, la Guardia Civil se ve que tiene mucho tiempo para peinar cualquier gesto que tenga que ver con un país independiente.

Pues ya pueden ir cogiendo muchas provisiones de crema solar para no quemarse el cogote de las veces que tendrán que volver a esta curva a justificar su sueldo. Porque las pintadas volverán. Y tanto que volverán. Claro está que si los miembros de la Benemérita tienen calor por ir tantas veces a identificar a los que hacen las pintadas, siempre pueden ir a la calle General Millán Astray de Madrid. Allí toca la sombra. La sombra de un fascismo que nunca se ha marchado.