A pesar de la decisión de la justicia alemana de dejar en libertad a Carles Puigdemont, en España continúan en sus trece y no dan su brazo a torcer. Cuando les interesa, Alemania es un país ejemplar. Cuando no, un país de tercera que no sabe lo que se hace.
Pilar Rahola recibió las noticias del país de la Merkel con contenida esperanza. Pero sabe que la realidad que rodea a los catalanes no es un camino de rosas. Ayer en Preguntes freqüents volvimos a ver la versión afligida de la colaboradora. Una Rahola que lamentaba profundamente las palabras de un Mosso d'Esquadra en excedencia, David Torrents, explicando que han sido seguidos por la Guardia Civil y que después del 155, no hay unos mínimos de recursos, dinero y logística para hacer frente con garantías a una alerta 4 por terrorismo. Mossos que no hace mucho estaban ante los terroristas que ahora están haciendo de oficinistas delante de un ordenador:
Sólo con la mirada ya pagaba. Rahola estaba dolida e indignada por la precaria situación de un grupo que no tiene ni para pagar confidentes, a la vez que alababa las palabras valientes y atrevidas, pero también gravísimas de Torrents...
La noche en el FAQS no mejoró para la periodista cuando, ante Laura Rosel, reconocía afectada que no le habían permitido la entrada en la prisión de Estremera para ver a Joaquim Forn. Rahola dice que a pesar de cumplir los requisitos pertinentes, ha recibido una negativa por parte del centro penitenciario de obtener una autorización... La primera vez que eso pasa en seis meses que hace que el político se encuentra entre rejas. Rahola se mordía la lengua todo lo que podía, pero soltaba alguna de vez en cuando, como que en la prisión les "dejan" ver Antena 3, pero no TV3...
El momento más emotivo de la difícil noche para Rahola fue cuando procedió a leer una carta que le había escrito el presidente de Òmnium Jordi Cuixart agradeciéndole el sentido abrazo que le dio y las palabras de afecto hacia un compañero suyo de módulo en la prisión de Soto del Real, Jesús Ruiz, que fue invitado del Preguntes freqüents hace unas semanas.
Rahola leyó la carta que tenía en su móvil y en alguna ocasión, incluso tuvo que coger aire para no emocionarse y poder seguir leyendo el relato:
Noche dura. Noche donde la camiseta de la presentadora ya definía lo que todavía queda por derribar, muchos muros. De los que se ven y de los que no.