España siempre se supera. Y el intento de detención del presidente Carles Puigdemont en Cerdeña, con el Tribunal Supremo mintiendo y manipulando a Italia para cobrarse su pieza más codiciada, es un ejemplo diáfano de la guerra sucia contra Catalunya y el independentismo. Buena parte del país ha vivido este episodio con sentimientos compartidos: indignación, denuncia, reivindicación y, finalmente, fiesta al comprobar que Europa sigue tumbando las maniobras más tramposas de Madrid. Una de ellas ha sido la escritora Pilar Rahola, contundente desde el primer minuto del escándalo y que dedica el primer 'Palabra de Rahola' de la semana a analizar los éxitos y las certezas de 'la batalla del Alguer', en la que el exiliado ha quedado en libertad sin cargos dejando con las vergüenzas al aire "el número de los necios represores españoles, que ha acabado en nada".
La lista de zascas al juez Llarena empieza a ser interminable: "Ya teníamos a Bélgica, ya teníamos a Escocia, ya teníamos a Alemania, y ahora tenemos a Italia; a España le van aumentando uno tras la otro los colegas de la Unión que le dicen "NO" a la represión española". Pero Rahola quiere desenmascarar a los cómplices de esta operación policial desesperada y desesperante. La lista es de campeonato.
Con el paso de los días empezamos a saber qué ha pasado en la cocina de este nuevo atropello orquestado en las cloacas judiciales y policiales españolas, el conocido como el 'deep state' cañí. Pilar lo explica con ironía demoledora: "Aquí han funcionado los teléfonos. Es evidente que el presidente Puigdemont es espiado en el exilio. Hay un departamento del Centro Nacional de Inteligencia dedicado al exilio catalán. Al fin y al cabo es el gran conflicto internacional que tienen. No hay ningún otro, ¡Perejil ya no preocupa! Catalunya es su gran problema". Los informes del espionaje les hicieron pensar que cantaban bingo sin tener ni boletos ni números en la mesa: "Cuando vieron que iba a Alguer pensaron "si tenemos un amigo que tiene un amigo de una corriente policial, unas llamaditas y tal y cual" y montaron un operativo". Empiezan los señalados: el ministro
Marlaska, Pedro Sánchez y el capo di tutti capi: es decir, el rey Felipe. La versión oficial de Moncloa, claro, es que nadie sabía nada. "Quizás Sánchez no, pero el reyezuelo estoy segura. Y tanto que lo sabía. Y si Marlaska no lo sabe, se tiene que ir a casa. O lo sabía todo, lo preparó y por lo tanto mintió públicamente, o tiene que irse por "inepto e inoperante" y tener una cúpula en Interior que hace lo que le da la gana".
Estas mismas fuentes se están dejando la piel para sacudirse responsabilidades, diciendo que le han hecho la cama a Pedro Sánchez "para poner en peligro la mesa de diálogo". Rahola lo compra, porque tiene memoria y muchas vivencias: recuerda las palabras del ministro socialista Belloch cuando hablaba de Intxaurrondo y Galindo, "esto es el estado dentro del estado y aquí no podemos entrar". Catalunya y el País Vasco están viviendo la misma estrategia, en la que "quien lo controla todo no son los Parlamentos, los Gobiernos o La Moncloa, sino las cloacas policiales y judiciales". Ahora bien, no se traga la trampa: "¿El Sr. Pedro Sánchez es víctima? No, no, no. Usted es culpable porque ha callado, ha otorgado y ha sido cómplice" al no detener a "este poder podrido represivo franquista instalado en la policía y los jueces". Va más allá, rematando el retrato con precisión quirúrgica: "El PSOE, implicado en una operación de terrorismo de Estado como los GAL, desde el minuto 1 ha permitido que se mantuvieran intocables y siguen haciéndolo. No vengan de víctimas, señores socialistas. Ustedes son cómplices. Y si son cómplices son culpables."