El Chiringuito es un programa que juega con muchos elementos: la polémica, por descontado, pero también la imagen. A menudo poniendo en bucle este o aquel momento y lo desmenuzan hasta exprimir todo el jugo posible entre sus colaboradores. Entre estos, también se produce un fenómeno curioso y digno de estudio: el look que cada uno utiliza para reforzar lo que dicen con su imagen. Hay quien, como Tomás Roncero o Jota Jordi, a menudo aparecen ante los espectadores de Mega luciendo orgullosos la nutrida variedad de camisetas del equipo de sus amores: la blanca madridista del primero y la azulgrana culé del segundo. Hay quien, en cambio, siempre aparece de veintiún botones, elegante e inmaculado, con su corbata y charm. En este grupo estarían el Lobo Carrasco o Cristóbal Soria.
Pero nadie supera en coquetería a un colaborador más presumido que el resto: Pipi Estrada. El ex de Terelu Campos o Míriam Sánchez se cuida hasta el paroxismo, tal y como él reconoce siempre. Le gusta causar una buena impresión y dar imagen de gentleman.
Y hace lo que haga falta para que la imagen que proyecta sea como él cree que tiene que ser. Por eso, ahora ha pasado por el quirófano. Estrada se ha sometido a una operación para reducir grasa de la barriga y quitarse pecho. Los retoques estéticos adecuados en el abdomen y los pectorales para combatir el paso de los años y la ley de la gravedad: "Yo soy un poco de glándula mamaria, es genético, y con los años esa zona se va cayendo, va aumentando de tamaño y no me gusta".
El periodista deportivo ha publicado un vídeo donde explica a sus seguidores que "yo no estoy para sufrir y, como me han convencido, pues quiero seguir sumando en mi coquetería. Lo que no puede la naturaleza ahora lo hace la ciencia. Ya está decidido, me voy a hace lipovaseren dos zonas: abdomen y flancos. Y una ginecomastia, con lo que te quedan pegados al cuerpo de una forma maravillosa". A sus 65 años, Pipi Estrada considera que está en una fase de su vida "en la que no he perdido la coquetería, y no es que quiera jugar a la frivolidad, sino a estar bien y a sentirme a gusto conmigo mismo. Y a ir a trabajar alegre y feliz. Un día me miré en el espejo y vi lo que colgaba y decidí que había que acabar con ello".