Primer día de playas abiertas en Barcelona. Fase 0.5. Abiertas aunque con restricciones. Ni tomar el sol, ni bañarse. Parece fácil de entender. Quizás no ayudan las contradicciones del gobierno municipal, cierto. Pero el sentido común tampoco parece estar fino. El coronavirus es un mito en la Barceloneta. Ni contagia, ni mata, ni nada. Y así lucían esta mañana, como hemos podido ver en Els Matins de Lídia Heredia en TV3.

 

Hasta los topes, sin respetar distancias, estirados en la arena, bañitos... sólo faltaba la nevera, la tienda y los altavoces a todo trapo. Así ha respondido parte de la ciudadanía a una medida que tenía que servir de alivio, pero que se ha convertido en una especie de fiesta mayor. Será que, después de las ridículas imágenes del gimnasio al aire libre en medio del Paseo, y que ha sido precintado, los mismos gimnastas optaban por la arena y el mar. Resumiendo: hacer lo que les dé la gana. De hecho, los testimonios captados por el programa daban vergüenza ajena. Gracietas y picaresca sin pudor. La red ha reaccionado con una ola, pero de indignación.

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Siempre ponemos la lupa sobre los políticos y los expertos sanitarios. Pero la gente se lo tendría que hacer mirar.