'Que 20 años no es nada', dice la popular canción de 'Volver'. Un canto al optimismo que está muy bien, aunque la realidad, cuando menos con respecto al aspecto físico, dictamina otra cosa. Ni mejor ni peor, de acuerdo, pero diferente. Eso no lo puede negar nadie, ni siquiera aquellos adictos a pasar por quirófano para hacerse unos cuantos retoques en la cara y el cuerpo. La metamorfosis puede ser más o menos acusada, nos hace más interesantes o quizás todo lo contrario. Eso ya depende de los gustos y la percepción estética de cada uno. Por este motivo nos limitaremos a ofrecerles el cambio que ha experimentado un personaje muy conocido de la televisión. Un VIP de la primera etapa de 'Operación Triunfo': el coreógrafo y bailarín Javier Castillo, más conocido como Poty.
La nómina de profesores y directores de la Academia primigenia, de la que salieron David Bisbal, Chenoa, David Bustamante o Àlex Casademunt, entre muchos otros, contaba con profesionales muy destacados de cada especialidad. Allí vimos a Nina, a Àngel Llàcer, Manu Guix o al mencionado Poty. Sus clases de baile hacían sudar y sufrir a los alumnos. Uno que las pasó canutas fue el desaparecido cantante catalán, protagonizando una riña muy recordada por los fans del formato. De allí también surgió una amistad real con Bustamante, aunque todo saltó por los aires con la separación de Paula Echevarría: ya no son colegas.
Aquel Poty de 2001 tenía 40 años y empezaba a romperla en el mundo de la televisión. De 'OT' saltó al famoso 'Más que baile', también de Gestmusic, donde coronaron como ganadora a Belén Esteban. También fue el responsable de las coreografías de artistas muy conocidos y temas pegajosos que todos recordamos: por ejemplo, el 'Antes muerta que sencilla' de María Isabel. Durante todos estos años el de Torrelavega ha mantenido, poco más o menos, la misma imagen exterior: melena negra, estilo desenfadado y cierto aire a Toño Sanchís. Eso, sin embargo, es cosa del pasado, como tantas otras cosas.
El nuevo estilo de Poty es radicalmente diferente a su estampa clásica. Ahora lleva gafas, no se tiñe el pelo y viste modelitos más elegantes, entallados y que, por mucho que intente disimularlo, lo hacen mayor. Quizás ya buscaba eso: llega un momento en la vida que hay que decir basta a determinados estilos. Y Javier ha dado el paso hacia la madurez a sus 61 años. Ahora es así:
Si el famoso 'Reencuentro' lo llegan a hacer 5 años más tarde, alguien le pediría el DNI para dejarle entrar en los estudios de Terrassa. Poty es menos Poty que ayer.