Los Premios Goya 2021 ya son historia. Una gala diferente a las anteriores debido a los estragos de la pandemia. El Teatro Soho de Málaga, propiedad del actor y presentador del acontecimiento Antonio Banderas, reunió sólo a los encargados de repartir los galardones del cine español o a los cantantes con actuación prevista, así como a la premiada de honor, Ángela Molina. Poco más. Bien, también estaba la copresentadora y fichaje de Banderas, María Casado, volviendo a presentar en TVE después de haber sido fulminada meses atrás. Fue un acto atípico y solucionado con videoconferencias, sobria y con cierta serenidad. Ahora bien, lo que pasaba a las puertas del teatro era bien diferente. Y nada edificante. Más bien hizo aflorar un costumbrismo burdo y machista, que los espectadores sufrieron siguiendo el directo en redes de la tele pública.
El FB de la gala colocó una cámara en el exterior, desde la cual se podía ir viendo la llegada de los invitados e invitadas. ¿El problema? Que nadie controlaba lo que allí pasaba. Concretamente, lo que se escuchaba. Burradas sexistas y maleducadas de un par de trogloditas sin identificar (¿técnicos de TVE? ¿fotógrafos? ¿ganado?) , que iban soltando comentarios totalmente lamentables. Las mujeres, en la diana: "Esta es Marta Nieto. Está buena. Es la más buena de todas, las demás son esqueletillos". El otro le responde: "Las que no quieras, para mí". A partir de allí, la cosa sube de tono. "Una que parecía un putón verbenero, 'toa' llena de tatuajes"... "Esa pa' mí". "No se de dónde han sacado a esta. Esta cobra, macho. Pero puta, puta, seguro". ¿Qué hacían a los encargados de la emisión? Comerse el bocata, seguro. Tampoco oyeron las tonterías sobre María Casado: "¿La has saludado"? "Claro, claro. Me imagino que se habrá cogido excedencia. Está con la Vanesa Martín 'enrollá'..." Por cierto, un indocumentado, además de un cuñao. En fin. Se entiende que la retransmisión fuera un muermo, pero que no se estuviera al corriente de lo que se emitía, más siendo un canal público, es para coger los bartulos e irse a casa. Pocos seguían el esperpento en directo, pero las redes lo amplificaban y ardían, asqueadas.
Después habrá quien menoscabe la necesidad del 8-M y de la reivindicación feminista. TVE se ha lucido.