En TVE hay personas con muy poca paciencia. Muy poca paciencia y muy poca vergüenza. La manera como han echado a Mònica López del programa La hora de La 1, con nocturnidad y alevosía, sin que haya podido despedirse como es debido de su público, delante de las cámaras, en su plató, y en su programa, no tiene nombre.
Los directivos de la cadena pública española han considerado que las cifras de audiencia del matinal que presentaba López no han sido suficientes. Pudiendo estar más o menos de acuerdo, lo que es cierto es que la catalana justo se hizo cargo del programa el pasado septiembre, y si tenemos en cuenta que delante tiene dos transatlánticos como El programa de Ana Rosa en Telecinco o Espejo público en Antena 3, no parece que le hayan dado el tiempo que merecía para hacer flotar a su barco como es debido. No es fácil levantar de la nada un programa que pueda hacer sombra a Ana Rosa y Griso, y ciertamente, en Mònica López se veían muchas virtudes que con un poquito más de paciencia, seguro que hubieran dado sus frutos.
Pero más allá de la decisión del nuevo presidente de RTVE, José Manuel Pérez Tornero, que parece dispuesto a hacer limpieza y que ya antes se cargó a Jesús Cintora, que López no haya ni podido acabar temporada ni decir adiós ni dar las gracias públicamente a su audiencia, es penoso y lamentable. La sustituirá Igor Gómez, y ya veremos dónde colocan ahora a la periodista y meteoróloga de TVE después de la apuesta fallida. Sea como sea, López deja atrás una temporada llena de momentos que la han hecho emocionarse y disfrutar de su profesión como nunca.
Casi todo lo que ha vivido al frente de La hora de la 1 ha sido provechoso. Incluso, quizás, algunos momentos polémicos como el letrero sobre la princesa Leonor o alguna entrevista complicada que ha tenido que hacer teniendo en frente a personajes nefastos como Rocío Monasterio diciendo estupideces y frases abyectas y teniendo que pararle los pies cuándo la entrevistó diciéndole, que en su plató es ella la que hacía las preguntas. Bravo. Una galleta con la mano abierta que hizo saltar a las huestes fascistoides y los sulfurados ultras que consideraban a la presentadora catalana como una piedra en el zapato por decirles cuatro verdades bien dichas.
López ha tenido que aguantar insultos miserables, pero suponemos que le habrá lamido un pie lo que digan cuatro tarambanas sobre ella. La presentadora no se ha podido despedir de su público donde tocaba, en directo, desde La hora de la 1, pero sí que lo ha hecho con un mensaje en redes donde se le ha entendido todo. Básicamente, porque a la hora de dar las gracias lo hace dirigiéndose exclusivamente a su equipo, los que han estado codo con codo con ella cada mañana preparando programa, con un primer recadito al final de la frase que tiene sabor de zasca:
Y a los casi, puñalás. Maravilloso. Todavía se ha desahogado un poco más con un segundo comentario en la red, donde deja bien claro que "a los feos", feos, evidentemente, de corazón, de espíritu, de alma y de maneras de hacer, "qué vida más perra si no tenéis nada más que hacer que venir a vomitar mierda en Twitter".
Pam. En toda la boca. Y ahora, que sigan rabiando y vomitando su odio en redes, que ella se ha quedado muy a gusto. Harían bien en TVE de encontrarle pronto a López un nuevo destino que haga honor a su inmenso talento. Y si allí no lo saben ver, en TV3 ya tardan en hacerle una llamada para que vuelva a trabajar aquí.