"En 1808, en la invasión del francés, se juntó somatén de toda el área, Martorell, Esparreguera, todas las villas que están alrededor. Santpedor también, que es de donde vino este crío, un joven de unos 17 años a quien no le querían dejar batallar. Cogió un timbal y fue a la montaña de Montserrat a tocar. Se hizo eco con todas las paredes de la montaña y los franceses se pensaron que eran muchísimas tropas y dijeron 'retirada'". Son palabras de un joven del Bruc, Pol, que interpreta al mítico tamborilero en la fiesta que hacen cada año en junio. Y este lunes, el timbal resonó más que nunca en los hogares catalanes con una nueva demostración de El Foraster, insuperable con una audiencia descomunal, un 26,2% de share y 513.000 espectadores... Pero a diferencia del tamborilero de 1808, Quim Masferrer no está solo encima de la montaña mágica, sino que él se acompaña de los vecinos y vecinas que con sus historias nos volvieron a emocionar.
Como siempre, fue una delicia de programa, gente maravillosa que nos hizo reír y emocionar con su buen humor, su simpatía, sus sentimientos... y sus críticas. Porque en el Bruc Quim se encontró, posiblemente, con la persona que más le ha cantado las cuarenta de los más de cien pueblos que ha visitado. Un vecino que le dijo al Foraster que el programa está bien, pero que también hace falta un poco de espíritu crítico y de llamar a las cosas por su nombre. La lista de reivindicaciones fue de traca:
A pesar del pescozón, no se le puede negar al bueno de Quim que lo diera todo en su visita al Bruc. No solo aceptó la crítica estoicamente y tomando nota, sino que después ayudó a llevar material a un bar de en lo alto de la montaña, dejándose la espalda por el camino, y todavía subió más cuando escaló una aguja de Montserrat. Masferrer, blanco de la impresión, hizo de tripas corazón y se ató las cuerdas, dispuesto a afrontar el reto, a pesar de la desazón y la altura:
"Pared vertical..., hacía viento..., mucho viento..., guía joven, poco experimentado..., cuerdas viejas..., te pueden caer piedras..., 90 metros de vacío..."... El panorama no era muy estimulante. "No puedo hacer fuerza con las manos, tío... No..., es que no subiré... no lo veo claro"... Finalmente, Quim lo consiguió, y estará profundamente agradecido toda su vida: "Es impresionante. Cuando las cosas las sufres, cuando las consigues, las valoras mucho más. Sentí una sensación de libertad... Gerard, gracias por insistir. Todo lo que sentí allí arriba fue gracias a ti".
Quim Masferrer sintió lo que era subir la montaña mágica de Montserrat... El Foraster, una semana más, regaló a los espectadores una noche mágica.