Si hoy ven a Quim Monzó, felicítenlo. De hecho, ya podrían haber ido felicitándolo desde hace unos días. Porque aunque todos los diarios, libros, wikipedias y efemérides indiquen que el genial escritor catalán celebra hoy su cumpleaños, la verdad es que ya hace días que sopla 70 velas. Jordi Basté le ha entrevistado con motivo de su llegada a la setentena, pero el autor de Mil cretinos o El porqué de las cosas ha hecho una curiosísima revelación sobre el día que llegó al mundo. Monzó, que "no celebro nada los cumpleaños, ni los redondos ni los no redondos", ha explicado que aunque el 24 de marzo es la fecha "oficial" de cumpleaños de Quim Monzó, "porque es lo que sale en la Wikipedia", nació nueve días antes, un 15 de marzo, en un taller de modistas de la calle Salmerón de Barcelona, que es como se conocía antes la actual calle Gran de Gràcia. Su madre trabajaba en la confección del vestido de novia de la señora de un jefazo de La Caixa: "Estaba embarazada, estaban haciendo un vestido de novia para la boda de una mujer y no podía dejar el trabajo. Parió en medio del taller de costura, un poco como la escena de 'El sentido de la vida' de los Monty Phyton. Y como tenían que acabar el vestido, yo estuve allí muchos días y ella no pudo salir a inscribirme en el registro civil hasta el día 24. Las modistas me hacían trajes blancos de primera postura con retales de la ropa", ha explicado en El món a RAC1.
"¿Cómo llevas los 70?", quiere saber Basté. Y la respuesta de Monzó no deja lugar a dudas: "Como los 69. No notas mucha diferencia. Vida y rutina normal y vas mirando ya a qué residencia irás. Tengo pensada una en Horta, porque la conozco, habían ido mis padres. En cuanto pueda, lo que pasa que también es un mal plan, porque el olor que hacen es muy peculiar... Hay mucha gente. Y el ambiente... Yo soy muy asocial y piensas: '¿Ahora tendré que estar con tanta gente y comunicarme, ni que sea con un vistazo?". El escritor espera que "los japoneses deben tener pensadas unas residencias con habitaciones para una única persona sin ningún contacto con el exterior ni con otra gente. Pero ir a Japón ahora sería muy difícil". Monzó, sublime. De aquellas personas que cuando habla no sabes si lo hace de verdad o si es un sarcasmo con patas. "La fase de enfermedades ya es la habitual desde hace unos años: 'Tengo esto fastidiado, tengo aquello cardado'... Miras el diario y cada día es un susto: '¿Este se ha muerto? Este también?'. Mi familia tiene prohibido felicitarme. Yo no celebro nada".
¿Habrá pues, hoy, un pastel de cumpleaños?, quiere saber Basté. "¡Estás loco! Ni en broma. Los pasteles me los como cuando me apetece. He descubierto en Sant Antoni una tienda italiana en la calle Borrell esquina Marqués del Campo Sagrado, La Salumeria, y he descubierto que hacen una especie de panettone en forma de paloma, 'La colomba'". Monzó, gran gourmet, le encanta comer y hablar de comida. Hablan de croquetas, "ahora cada vez hay más bechamel en la croqueta, no lo entenderé nunca. Cuando era pequeño, no había ni gota, era todo carne, pollo, jamón... Ahora comes una cosa blanda". De momento no tiene previsto marcharse hacia Japón, como decía antes, pero sí ha hablado de un restaurante asiático que hay en Barcelona, uno de sus restaurantes de cabecera.
Dice Basté: "Tengo que decir que hace años Quim me llevó a uno de los mejores restaurantes orientales, chinos, de Barcelona. Recuerdo que se lo dije a Albert Adrià y él me dijo que es el mejor chino que hay". No dicen cuál es, pero Monzó, entusiasmado: "Y el trato familiar de aquella familia es muy bueno". Pensar en ellos le ha generado una reflexión sobre la lengua, y sobre lo que hacen algunos catalanes, que es para que todos pensemos en ello y pongamos remedio: "Hay dos hijos, o dos nietos, que eran pequeños, cuando empecé a ir no levantaban dos palmos del suelo. A veces, cuando yo salía a hacer un piti, salían como para buscar conversación. Bien, estos chicos ya han pasado por la escuela y hablan un catalán excelente... Pues, evidentemente ningún puto catalán de estos que va, se les dirige en catalán, porque claro está, 'como ven que son chinos'... ¿Sabes este racismo catalán? Como tienen rasgos faciales que consideran orientales... 'no seamos violentos y le hablemos en catalán'", dice, imaginando qué piensa la gente que lo hace. También se imagina qué deben pensar los chicos del restaurante: "Deben pensar: 'Y entonces, ¿por qué cojones he estudiado esta lengua'?". Y tiene toda la razón del mundo.
Monzó, como siempre, imprescindible.