Si eres un nostálgico y vives en Barcelona, más vale que te guardes la nostalgia en algún cajón y tires la llave al mar. Tener recuerdos emocionantes de una tienda o de un local de la ciudad no es sinónimo de nada, todo lo contrario: cuanto más histórico sea un establecimiento, probablemente antes pase a encabezar la lista de edificios previstos para destruir y poner pisos. ¿La ley de la selva? No. La ley de Barcelona. O la ley del pasarse por el forro la añoranza de tiempos pretéritos. Ejemplos, hay a espuertas. El último ha tocado la fibra a más de uno.

Quim Monzó / TV3

Quim Monzó ha sido testigo del enésimo edificio emblemático, quizás no arquitectónicamente, pero sí po lo que es más importante, simbólicamente, que se va abajo de manera irreparable. Pero con las paredes destrozadas, no sólo se han hecho añicos las piedras, también se han desmenuzado centenares de noches entre gin-tonics y conversaciones, entre pasiones y música. El crítico y escritor catalán Julià Guillamón certifica el aspecto que tiene un local nocturno emblemático en estos momentos. El día que vuelven a abrir las discotecas, esta constata su defunción definitiva. La popular sala Universal de la calle Marià Cubí. Imágenes que ha utilizado Monzó para dirigirse al periodista Jordi Beltran, suponemos que compañero de fatigas y de copas en la mítica sala en innumerables ocasiones.

El mítico local, junto a RAC1, ya es historia. Monzó, Beltran y tantos y tantos otros que han pasado más de una y de dos noches. Como también el periodista de TV3 Joan Ramon Vallvé, que adjunta una fotografía que hace llorar a los que alguna vez subieron sus escaleras.

Después de ver estas imágenes, la mejor definición de lo que ha pasado, pasa y seguirá pasando, la ha hecho Monzó:

¿Universal? Lo que es universal es el empeño de algunos por cargarse la nostalgia.