Este miércoles, el mundo del deporte ha regalado una imagen (o más de una), maravillosa: la del Barça volviendo a regalar a los aficionados culés una nueva final de Copa del Rey, el próximo sábado 26 de abril en Sevilla, contra el Real Madrid, gracias a una nueva exhibición en el campo del Atlético de Madrid en las semifinales, a pesar de comentarios infames de Juan Carlos Rivero en TVE. Un partido que soltó la euforia de los aficionados blaugranas al ver cómo los jugadores de Flick van a velocidad de crucero y ganan y ganan y vuelven a ganar, y lo más importante, jugando como los ángeles.

A los culés, en particular, y a los aficionados al fútbol, en general, ver partidos como el de ayer, imágenes como estas, y sobre todo, cómo juegan los futbolistas blaugranas, es para estar feliz y disfrutar de esta maravilla que puede ser el fútbol cuando se juega como lo hacen los de Flick. Pero no nos engañemos, el fútbol también tiene otra cara, también forman parte de este mundillo algunos personajes francamente lamentables, que no proyectan ningún valor, sino todo lo contrario, y que generan un rechazo profundo en casi todo el mundo. Jugadores como Vinicius y entrenadores como Jose Mourinho.

El técnico portugués, mal compañero a menudo, fachenda, protestón, menospreciando a todo el mundo, poniendo sonrisa sarcástica cuándo las cosas no le van como él quiere, se ha hartado, durante su trayectoria, de faltar el respecto a todo el mundo, a menudo, en equipos rivales y entrenadores de otros equipos. Lo hizo en España cuando Guardiola entrenaba al Barça, lo hizo en la Premier cuando él estaba en el Chelsea, en el Tottenham y el United y lo está haciendo ahora que entrena en la liga turca. Actualmente está en el Fenerbache, y lleva todo el año teniéndoselas con el rival ciudadano de Istambul, el Galatasaray, y su entrenador, Okan Buruk. Y este miércoles había partido de Copa turca donde el equipo de Mourinho cayó eliminado por el Galatasaray... Evidentemente, el portugués no se lo tomó deportivamente y protagonizó una de las imágenes lamentables a las cuales nos tiene acostumbrados. Recordarán, por desgracia, la abyecta agresión al difunto y recordado Tito Vilanova, metiéndole un dedo en el ojo en una tangana en el Camp Nou...

Pues ahora ha hecho una cosa similar, esta vez, cogiendo de la nariz al entrenador rival y apretando. Un nuevo gesto vergonzoso, una nueva demostración de un tipo que merece todo el rechazo. Uno de los que lo ha visto ha sido el genial Quim Monzó, que ha dicho una verdad como un templo. 15 palabras demoledoras: "Pasan los años y continúa obsesionado por meter el dedo en el ojo de la gente".

Ojalá le caiga una sanción ejemplar y este personaje nocivo del fútbol deje de hacer el ridículo y provocando vergüenza ajena en un campo de fútbol.