Quim Monzó, como todo el mundo, está pasando la crisis por el coronavirus confinado en casa. El escritor catalán, sin embargo, continúa con una buena costumbre que ya antes de la pandemia venía demostrando: una actividad destacable en las redes, donde va dejando constancia de lo que le pasa en su día a día.
Monzó acaba de bajar a la farmacia a comprarse una mascarilla. Y sólo llegar a casa se la ha puesto... O se la ha intentado poner. Porque tal y como él ha confesado con resignada ironía y autoparodia, o la mascarilla venía defectuosa de serie o una cabeza como la suya, llena de palabras y libros maravillosos, tiene que tener una tamaño considerable:
La red ha cogido el guante del escritor y le ha dado respuestas de todo tipo:
Esperamos que Monzó pueda resolverlo. Y esperamos que de su cabeza, tenga el tamaño que tenga, sigan saliendo las genialidades que escribe.