Quim Monzó es de aquellas cuatro o cinco personas que cuando dicen alguna cosa, te los tienes que escuchar. Genio de las letras, no solo es uno de los escritores más descomunales que tenemos en Catalunya, sino que tiene un cerebro lúcido, privilegiado, cómo hay pocos. No habla en balde y más allá de escribir frases demoledoras, que se te quedan en la memoria para siempre, no solo en sus libros sino también cuando escribía artículos de opinión (cómo los echamos de menos), Monzó es alguien que cuando quiere alzar la voz, lo hace, cuando quiere señalar algún hecho que le toca las narices, no se corta un pelo. Y nosotros que lo agradecemos. Observador descomunal de lo que le rodea, va por los lugares con los cinco sentidos, y cuando ve, donde esté, alguna cosa que chirría, no se queda callado. Sino todo lo contrario.
Monzó comenta lo que le sale de las narices, sea de lo que sea. Cuando la mosca le sube a la nariz, lo verbaliza. Criticando, por ejemplo, esta mala costumbre de muchos cómicos y humoristas de reír de sus propias gracias y poniendo el ejemplo del genio Rowan Atkinson: "Humoristas y monologuistas catalanes, ¿que veis que este señor ría en ningún momento del sketch? ¿No, verdad? Pues de eso precisamente se trata". O comentando un cartel de la Diada con un explícito "Love is like a fart. If you have to force it, it's probably shit". Es decir, "el amor es como un pedo. Si tienes que forzarlo, probablemente es mierda". También alza la voz por pequeños detalles del día a día con los cuales se encuentra últimamente, como el hecho de ir a algunos bares y que allí no tengan azúcar blanco:
Odio a muerte en los bares que no tienen azúcar blanco pic.twitter.com/V4ehLX47p2
— Quim Monzó (@QuimMonzo) October 15, 2024
El escritor, como decíamos, hace un tiempo que decidió que ya era suficiente de hacer artículos de opinión, pero sigue teniendo una serie de costumbres a las cuales no piensa renunciar por nada del mundo. Y una de estas costumbres, de estas tradiciones que le entusiasman, es la de ir a comer siempre que puede a algún restaurante. Amante de la cocina y la gastronomía, y de ir a locales emblemáticos e históricos del país, los últimos tiempos va observando un hecho que lo saca de quicio, por decirlo suavemente. Por decirlo sin paños calientes, es testigo de una costumbre que le toca los bemoles con las manos frías, como se suele decir de manera muy gráfica. ¿Dónde? En según qué restaurantes. ¿Qué es lo que le toca las narices a Monzó? Que en muchos de estos locales, "para poder ir, tienes que reservar y, para reservar, les tienes que decir el número de tarjeta de crédito por el morro"... Como él dice: "Hasta el sombrero de estos restaurantes". No es el único, a juzgar por las respuestas. Eso sí, muchos también señalan a algunos clientes irresponsables que después de reservar, no se presentan ni avisan, o avisan demasiado justo:
Hasta el sombrero de los restaurantes donde, para poder ir, tienes que reservar y, para reservar, los tienes que decir el número de tarjeta de crédito por|para el morro.
— Quim Monzó (@QuimMonzo) February 3, 2025
No yendo todo arreglado...!!!
— Salvador Graells (@salvadorgprunes) February 3, 2025
Eso es lo que hacemos.
— Quim Monzó (@QuimMonzo) February 3, 2025
¡El otro día me va pasar en la peluqueria, flipé!
— Marvet111 ������������ (@marvet111) February 3, 2025
Los derechos del cliente van a la baja. ¿'El cliente siempre tiene razón', recuerda? Es lo que pasó a los bancos de manera mucho más insidiosa. Hemos acabado trabajando al servicio del banco (on line). Y ahora, al servicio del restaurante.
— Pepe Alonso (@PepeAlonsoDubon) February 3, 2025
Me ha pasado alguna vez cuando vuelvo a Barcelona, los doy un número de tarjeta caducado y aú.
— Indepe&Marica ����️������������������������������������������������ (@lindepemarica) February 3, 2025
Yo los entiendo.
— Joan Simón ||*|| (@JoanenF) February 3, 2025
Reservas una mesa|tabla por|para 4 y después no te presentas; pues ave, una penalización cargada a la tarjeta.