Estamos a las puertas de las fiestas de Navidad. Las calles llevan días adornados, la mayoría de empresas han celebrado la típica cena de hermandad, de aquí a un par de días oiremos la cancioncilla insufrible de los niños de San Ildefonso cantando números del Gordo... Vaya, que no queda nada. Todo tiene el aroma de esta época del año, y también su banda sonora. En muchos hogares catalanes ya se cantan villancicos, especialmente en aquellas casas con chiquillos, que esperan con ilusión y paciencia el momento de hacer cagar el Tió. Bien, leños y leñas: cosas del lenguaje inclusivo. No entraremos ni mucho menos en este debate, porque se sabe cómo empieza la cosa, pero el desenlace es imprevisible. Y no estropearemos el espíritu navideño sin ni siquiera haber estrenado oficialmente este periodo. Pero vaya, que los tiempos cambian y los usos y costumbres, también. Es así.
Ay, el Tió. Entre estas cuestiones de género y los chistes españolazos y cutres de Pablo Motos quizás este año vengan restringidos a su gran cita. No será así, porque niños y niñas ya se encargan de alimentarlos bien, y cuando llegue el momento lo zurrarán con una maña que no quedará ningún regalo sin salir de su barriga. Pero si habláramos con uno de ellos con calma, vete a saber que nos dirían. Ahora bien, tienen una particularidad que les ha ahorrado verse involucrados en una nueva polémica: son vegetarianos por naturaleza. Su dieta puede incluir avellanas, turrones, mandarinas... nunca arengadas, que son demasiado saladas. Menos mal. Todavía los acusarían de promover el consumo de animales. Todo podría ser. Y no es broma. O sí.
El escritor Quim Monzó nos ofrece un hallazgo que hurga en el vegetarianismo o incluso veganismo durante las fiestas de Navidad. Días en los que las comidas, excepto los menús de tions y tiones, son plenos de alimentos y recetas tan poco friendly como los asados, los canelones, la escudella y carn d'olla, etcétera. Paremos máquinas: no en todas partes lo celebrarán así. Ni carne, ni gaitas. No mataremos gallos ni los descuartizaremos, ningún cerdo resultará herido ni guisado. Todo eso quedará substituido por comidas mucho más sostenibles y sin sufrimiento animal, como nos explica la canción que ha compartido en su cuenta de Twitter. El famoso villancico 'Ara ve Nadal' nunca más será la misma. Desde hace un tiempo es vegana. Presten atención, es de traca.
VILLANCICO VEGANO
— Quim Monzó (@QuimMonzo) December 16, 2022
Ahora viene Navidad|Nadal, le cantaremos al gallo, y a la tía Pepa le haremos un baile.
Ahora viene Navidad|Nadal, pelaremos un ajo, y a la tía Pepa le darem un corte|trozo.
Ahora viene Navidad|Nadal, comeremos garbanzos, y con mucha alegría cantaremos canciones. https://t.co/YytvqSKWdY
Las artistas Tatolina y la Cuca han venido a salvar el veganismo navideño con garbanzos cocidos, cabezas de ajo, bailes en vez de trozos sanguinolentos. La tía Pepa pasará hambre, su aliento será difícilmente soportable, pero lo que haga falta a favor de una sociedad más concienciada en el tema alimentario. Monzó no mete baza, por si acaso: sí que lo hacen sus seguidores, que van más allá. Tofu, zanahorias y zamarras de polipiel al poder. Las respuestas son descacharrantes.
Lo siento|oigo, pero a no ser que el humo siegue de un crucero, el resto de humo contamina.
— Jordi Roca (@tcv12345) December 17, 2022
SALVEMOS EL PLANETA!.
Atentamente
Ada
Si, y los que quieren salvar el planeta: ¡"El 25 de diciembre TOFU, TOFU, TOFU"!
— Jordi Roca (@tcv12345) December 16, 2022
Obra maestra. ¡Al nivel de los villancicos de la leticia zapatero!
— Miquel Gall - un culé en Miami (@miquel_gall) December 16, 2022
Es muy heteropatriarcal.... ¿Que pasa que solo la tía Pepa necesita de los otros? ¿Y el tio Pep qué? ¿Que se ha ido a Muro y no ha vuelto? ¿Y pasa con los alérgicos a las legumbres? Y los mudos, sordos... ¡Exijo un Villancico 100% inclusiva!
— Óscar SiH (@osih67) December 16, 2022
Este año adelgazaremos.
— RafelM (@muntanp) December 16, 2022
Ni Fum, fum, fum, ni huevos ni butifarras. Operación bikini en pleno más de diciembre. Ains.