El próximo 8 de octubre, Rafael Nadal Perelló cumplirá un año. El hijo del tenista de Manacor, mito deportivo y musa españolista por antonomasia, ha tenido suerte. Ha nacido en una familia privilegiada, pero además está pudiendo crecer cerca de su padre, cosa impensable hace unos meses. Rafa Nadal revivía una segunda, tercera o cuarta juventud en las pistas, volvía a ganar títulos importantes. Y lo hacía a pesar de las lesiones que estaban convirtiendo su día a día en una tortura. Las mismas que hace 8 meses provocaron una nueva parada forzosa. Esta, de larga duración. Rafa está roto, sí. Pero de las desgracias también surgen oportunidades, como que el pequeño de la casa tenga un padre presente, no solo una madre.
Ahora bien, Rafa está, pero no sabemos si todo él o solo su forma corpórea. Imaginárselo como el padre del año es más bien complicado, después de analizar declaraciones públicas sobre la vida, el cuidado y la relación con la criatura. De acuerdo, el título de la categoría lo tiene Miguel Bosé, que paga a terceros para ocuparse de los grupos de whatsapp del colegio de los niños. Pero Nadal, fiel a su espíritu competitivo, quiere este trofeo. Y va escalando posiciones, poco a poco, sin prisa pero también sin descanso. Atención a la entrevista que le hace Juanma Castaño, polémico periodista deportivo de la COPE, en Movistar+. No solo habla de su estado de forma, de sus expectativas ni del sueño de convertirse en sucesor de Florentino Pérez como presidente del Real Madrid. También dedica tiempo, poco pero jugoso, a compartir su experiencia como papi.
Por primera vez desde hace muchos años, Rafa y Xisca han podido disfrutar de unas vacaciones largas, larguísimas. También eran diferentes porque no eran unas para dos, ahora eran tres. Las han pasado a bordo de su catamarán de lujo de 6 millones de euros, surcando el mar y cambiando pañales. Algunos, no todos, claro. Tampoco nos pasemos. En una de estas travesías hemos podido ver la primera foto del bebé; solo de lado y tapadito, cosa que entendemos perfectamente. Lo que es más difícil de asimilar son frases como "mi hijo no ha cogido ninguna raqueta". A duras penas acamina y puede utilizar sus manitas, pero el papá y el periodista preocupados por eso. Por si puede esmachar como él. Súper. Felicidades, crack. Vamooooo Rafa.
Todavía son peores otras perlas que va soltando, en plan modelo paterno de la España del siglo XXI. Analicen cada palabra: "Voy bien como padre, siempre me han gustado mucho los niños. Aún no he llevado a mi hijo en el parque, pero sí estoy mucho con él. Damos paseos alrededor de mi casa, como todo el mundo". Lo que se dice dejarse el lomo. Lo más preocupante, o mejor dicho lo que más espeluzna, es que lo explique con aquella alegría. Que no se haya parado a pensar que no queda nada bien. Y que el silencio, muy a menudo, está infravalorado. Repetimos, el padre del año.