El bailaor Rafael Amargo sigue dando entrevistas por los diferentes canales de televisión a raíz de su detención por supuesto tráfico de drogas. Un tema oscuro, feo, polémico. Lo dejaron en libertad con cargos, le han quitado el pasaporte y la investigación continúa. Él rechaza los cargos con vehemencia: no así la tenencia de estupefacientes y utensilios diversos, ya que asegura son para consumo personal. Se vanagloria de su alegría de vivir, de las fiestas que hace en su casa, de las personas que conoce y con las que se divierte. Y ataca a periodistas, policías o quien ose ponerle la etiqueta de traficante. Muchas veces, de forma histriónica y rozando el disparate. Pero Amargo es así. Excesivo. Por eso es tan goloso para los medios, que han quemado su teléfono durante los últimos meses. La última periodista en entrevistarlo, Cristina Pardo. Rafael soltó una perla que la podría 'liar parda', haciendo honor al programa de La Sexta.
El artista está utilizando una estrategia arriesgada para demostrar su inocencia: bronca e indirectas muy jugosas. Uno de los temas que más le preguntan y que él explica con detalles es el tráfico de personas y personajes por su vivienda del centro de Madrid. Allí pasan cosas, muchas cosas. Y han sido invitados todo tipo de personas. Por ejemplo, los dos policías que lo detuvieron: "frecuentaban mucho mi casa". También afirma tener relación con el comisario Villarejo, que va en un pack de traca: el PSOE sale en la foto. El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska; la exministra de Justicia y actual fiscal General del Estado, Dolores Delgado, y un superjuez que fue en las listas de Felipe González, Baltasar Garzón. Todos ellos han pasado por su domicilio y sus espectáculos. Y no le ayudan porque "no pueden. Tienen que ser políticamente correctos". Esta es la respuesta, enigmática pero jugosa, que explica estas relaciones: "Si van a tu casa traficantes eres traficante, pero si van ministros tú no eres de una familia bien, entonces, ¿por qué? O exministros... exministros, porque si fueran ministros me estarían ayudando con el pasaporte". Un pequeño retroceso para no meterse en más jardines.
El culebrón Amargo es de baja intensidad, pero los picos son tan estrambóticos como sorprendentes. Todavía quedan unos cuantos capítulos por escribir: los "leeremos" en la tele, seguro.