Presente y futuro negro, el del bailaor Rafael Amargo. El escándalo de su detención por supuesto tráfico de drogas y pertenencia a organización criminal podría acabar con su carrera profesional, o al menos, ponerla en pausa durante una buena temporada. Se le acusa de distribución de pastillas y metanfetaminas desde un domicilio del popular barrio de Malasaña en Madrid, mientras que sus abogados indican que si bien la policía encontró dichas sustancias durante el registro, se trataba de una "despensa" para su consumo personal. Algunas fuentes hablan de 100 gramos, una cantidad que no concuerda con esta teoría, pero forma parte de la defensa del artista. A medida que pasan las horas, empiezan a conocerse testimonios en todas direcciones. Todos ellos son duros.
Un ejemplo, el de Juan Bautista, compañero de la obra de teatro que Amargo tenía que estrenar en Madrid este mismo jueves. Bautista no se lo quiere creer y pide la presunción de inocencia. Señala a la prensa en vez de al protagonista, y avisa: "matarán a sus padres, que están muy delicados. A su madre casi la han tenido que llevar al hospital". Lo ha dicho en 'El Programa de Ana Rosa', donde también hablan de la desesperación del abuelo de Amargo, de 103 años. Todo lo contrario es lo que ha confesado una examiga que le alquilaba una habitación en su propio piso en Barcelona: asegura que la droga lo volvió agresivo y peligroso en 2019. Dejó de pagar el alquiler y la agredió: "cuando intento hablar con él por las buenas, para que se marche o me pague, él me coge del cuello, se va a su habitación y empieza a amenazarme". También "destrozó la habitación y la casa, tuve que llamar a los Mossos". Lo remata finalmente, al decir que "no me sorprende" la detención, porque "lo he visto en hoteles con mucho material y le he visto con gente entrar en mi casa con mucho material, por estas cosas también quería que abandonara el domicilio".
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Pintan bastos para Amargo, que lo mira todo desde el calabozo junto a una productora de su espectáculo y su mánager.