Duro golpe a Raquel Bollo: la colaboradora 'guadiana' de 'Sálvame' acaba de vivir una ruptura muy dolorosa: su relación con el empresario Mariano Jorge Gutiérrez es historia. 3 años y medio después, se les ha acabado el amor. Ni siquiera la ilusión que tenían por casarse o tener hijos ha podido salvar su romance. La noticia la confirmó su intimísimo amigo Luis Rollán en 'Viva la Vida', y que a pesar de dejar la puerta abierta a una futura reconciliación, no lo ve demasiado claro. Un nuevo batacazo para la madre del cantante Manuel Cortés y miembro ilustre de la 'cuchipandi' de Isabel Pantoja, y no sólo en términos amorosos: también supone un drama económico, o, cuando menos, un paso atrás respecto del lujoso ritmo de vida que la Bollo había conseguido al lado de su chico millonario.
Raquel y Mariano se enamoraron rápidamente y muy pronto compartieron la convivencia en una finca gigantesca propiedad de Gutiérrez: el 'cortijo' "Águila Real", un lugar muy solicitado por los VIPS para hacer fiestas. Todo iba de perlas, con fotografías muy enamorados en la playa y disfrutando de los placeres de la vida. Incluso se trasladaron a una de las zonas residenciales más caras de Sevilla, el Club Zaudín. El estilo de vida de Raquel, propietaria de una tienda de ropa y que se dedica al diseño de joyas, dio un salto de dimensiones épicas. Un repaso en sus redes ofrece toda una colección de 'looks' exagerados, opulentos y de gusto más que dudoso, además de hacer el pena exponiéndose en vídeos virales imitando a Shakira, por ejemplo. La nueva situación afectará muy probablemente a su ritmo habitual desde hace casi 4 años: de hecho tendrá que buscar un nuevo apartamento donde vivirá con su hijo pequeño, Samuel. Veremos si no acaba volviendo a Telecinco para hacer cuadrar los números de su casa.
Aparte del impacto en términos de "estatus", una cosa queda más que clara: las relaciones no son el fuerte de la Bollo. Todas le salen 'rana'. La peor experiencia, el matrimonio con Chiquetete, al que siempre acusó de maltratarla. La mala suerte no la deja tranquila.